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Tomo I
Capítulo Tercero
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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El Karma, Enfermedad del Alma
Merlín interrumpe la charla con los
demás adeptos y se acerca al recién ingresado a la Enseñanza, Louis, quien
parece llevar una carga pesada. A su pregunta el distante condiscípulo
comenta que en su casa reina el dolor y la angustia, debido a que su hermano
de nueve años muestra los síntomas de la parálisis progresiva, sin que los
médicos puedan impedir el desenlace mortal. "¿Ya le comentaste al
Maestro Hebert lo que sucede?" Inquiere Merlín y escucha: "Espero
el momento adecuado para hacerlo. Yo sé que él ha podido sanar a personas
desahuciadas y tengo la confianza de que acuda en mi auxilio. ¡Estoy
desesperado! Amo mucho a mi hermano y quisiera quitarles este pesar a mis
padres". Los demás adeptos se interesan en
el dolor que aqueja al recién adoptado por libre y espontánea voluntad como
su hermano en la Enseñanza. Tienen confianza en encontrar una solución al
problema que Louis califica de "injusticia el que un pequeño de esa edad
tenga tanto sufrimiento y dolor sin causa alguna, ya que a su edad, difícil
es pensar que tenga culpas graves que pagar". Todos afirman con la cabeza. Y al
ver que por la vereda oriental se acerca el Iniciado indogermánico, con los
víveres de la semana, acuden a su encuentro, más que para ayudarle les mueve
la necesidad de transmitirle lo que le sucede a su cofrade, dispuestos a ir
en busca de los enemigos emboscados que atacan la inocencia de un infante. Hebert les mira con profunda
ternura. Pide que sea Louis el que explique el hecho. Al verlo al punto de
las lágrimas, acuna su cabeza en su regazo al momento de pedirle que
tranquilice su interior. Comprensivo, escucha los argumentos del adepto.
Observa que se encuentra más sereno y le dice: "Hermano, para muchos de
nosotros, las cosas que se viven, sobre todo en nuestros seres queridos,
parecieran injustas. Y podrían serlo si únicamente existiera este plano del
espacio y el tiempo regido por nuestro cuerpo. Más cierto es que la carne es
temporal y el alma es eterna. Por lo tanto, no es la primera vez que encarna
y tiene vidas pasadas". En la Doctrina Secreta se estudia
la metempsícosis, un
concepto formado con dos palabras griegas: meta considerada como cambio y psyqué entendida como alma, cuya conjugación define la
transmigración del alma de un cuerpo a otro, verdadero sentido de la inmortalidad
de la vida para alcanzar la perfectibilidad. Algunos la entienden como la
reencarnación. "No confundáis la vida
transitoria con la inmortalidad del pensamiento, y se trate de perder la una
para ganar la otra", les señala el Maestro Hebert y añade: "Ustedes
que están tomando la Enseñanza han tenido la oportunidad de verse en otros
planos. Y han estado rompiendo muchos complejos, muchas limitaciones, pero
también los karmas deben de romperse para liberar el alma". La visión de Hebert no es casual.
El karma puede entenderse como el efecto de una causa ya que Saint Germain
enuncia siglos después: "La afirmación bíblica: 'Aquello que el hombre
siembre eso mismo cosechará', es la gran Verdad que hoy conocemos como la Ley
del Karma. En el uso de su libre albedrío el hombre crea una herencia de
karma, el bien se convierte en la gloria del Cuerpo Casual, y el mal se
convierte en el peso del Aura Personal". El Iniciado francés señala:
"La Ley de Retribución fue impuesta a la humanidad para que aprendiera a
través del dolor causado por la energía que regresa, cumpliendo la Ley del
Círculo, o sea que aquello que sale del hombre siempre vuelve a él" en
donde, encuentra la misericordia de la reencarnación para evolucionar. Un conocimiento tan antiquísimo
como la historia misma del planeta. Por ello, Hebert explica a sus adeptos:
"Los karmas, mis queridos hermanos, no son para cargarlos eternamente,
sino para romperlos. Romper con esa experiencia amarga en donde dejamos dolor
y sembramos sentimientos negativos y que además, los cultivamos". "Puede decirse que en esa
vida anterior no actuaron en la forma correcta y lejos de perfeccionarse se
envolvieron más en los egos y en las tendencias negativas del hombre. El
resultado es que reprobaron y ahora ha regresado porque deben aprender"
y explica: "Este dolor que sufre su
familia, mi hermano Louis, es de mucha pena. Más no es por el sufrimiento de
su hermano, sino la pena responde a la inexistencia de la conciencia de la
razón por la cual tenga que estar sufriendo esa enfermedad en su carne, que
es la que duele, pero debe verse que es el alma la que sufre y el espíritu el
que se atormenta". Merlín acepta la explicación pero
se resiste a asimilarla al exponer: "¿Eso que tiene que ver en estos
momentos?" Louis interviene: "Es cierto, Maestro; ¿Eso que tiene
que ver en este momento? Mi hermano se está muriendo. Está muy mal. Hoy en la
mañana que le dejé para venir a la Enseñanza, mostraba signos alarmantes. Se
agrava a cada momento y sufre mucho. ¡Debe haber alguna curación!" Sereno y con el brillo amoroso en
sus ojos, Hebert dice: "¡Sí, mi hermano! Existe una curación: ¡La del
alma! Elevar el alma a una purificación máxima y total. Es la última
oportunidad que tiene su hermano quien aceptó esa prueba difícil". Incrédulo Louis pregunta:
"¿Tan fuerte es ese karma, Maestro? ¿Tan fuerte para tenerlo en ese
estado de postración?" Escucha: "¡Mi pequeño! Tan fuerte
habrá sido la acción negativa en su vida pasada que ahora, para alcanzar toda
la purificación y la perfección del amor, debe hacerlo a través de esto que
para ustedes parece injusto. Debe ver que en donde la carne está sufriendo y
sintiendo todo el dolor, es como está aprendiendo a superar su estado de
imperfección. Nada se presenta sin una razón. Este tipo de karmas en donde
nos encontramos muertes jóvenes, enfermedades grotescas, como cuando se pudre
la piel, las pestes, pueden liberarse si se sabe llevarlas con dignidad y
envolverse en el amor". La pregunta inmediata:
"Maestro, ¿cómo se alivia entonces?" El indogermánico responde: "¡Se alivia el alma,
Hermano! Se alivia el alma. Es posible que su hermano en una vida pasada,
haya sido un ser con mucho rencor y que no solamente sintió odio sino que
¡generó odio! De tal manera que el alma ya viene enferma del mismo odio. Y para
poder sanar el alma, entra al cuerpo físico y enferma lo físico y es una
forma en la que buscará liberarse". Para los adeptos existe otra
interrogante crucial: Podría aceptarse con reservas que ese niño en su vida
anterior hubiese incurrido en graves errores que explicaran su padecimiento,
pero ¿la familia, qué culpa tiene? Hebert les mira comprensivo y expresa: "Ustedes, mi Hermano Louis y
su familia, han de haber sido a los que llegó a dañar en esa vida pasada.
Ahora, ustedes deben de amarlo, ¡amarlo profundamente! Por que alguna razón
tuvieron que ver en esas acciones negativas, aunque no tan fuerte como la de
él. Pero tienen que compartir ese dolor que les ocasiona en estos momentos,
por el mal que hayan recibido en la otra vida. Deben decir con el corazón que
lo aman y que han aprendido". Louis casi grita: "¡Es fácil
para ti! Tal vez porque no lo sientes en un familiar. ¿Cómo aceptarlo? Es muy
difícil de comprender". Hebert indica: "Todo Iniciado se entrega al
Padre Creador de los Universos y es muy triste ver que sus hijos, viven y
mueren y al reencarnar no recuerdan lo que hicieron y los compromisos
adquiridos para superarse". Merlín interviene: "¿Es como
una maldición, Maestro?" El indogermánico comenta: "podría decirse
así, que es como una maldición porque no sabemos en que podemos volver a
caer. Eso lo sabe únicamente nuestro espíritu. Y cuando estemos dispuestos a
escucharlo y poner atención a la voz de nuestro espíritu que nos guía,
sabremos entonces como superarlo. Pero aquel que se ciega, seguirá
cayendo". Irvin que estaba en silencio,
pregunta: "¿Y cómo podemos hacer para escuchar a nuestro Espíritu,
Maestro?" Con atención escucha la explicación: "No juzgando, mi
Hermano, sino comprendiendo. Cuidando el camino que se pisa para no estar
cayendo en los errores. Y estar muy atentos a su corazón para que puedan
vivir más en relación con su Espíritu". "¡Es lo que estamos
haciendo, Maestro!" Dice con excesivo entusiasmo Merlín y Hebert aclara:
"Cierto es mi Hermano. Pero solamente cuando se viven situaciones tan
fuertes como éstas, en donde el ser humano se ve y se siente agredido,
golpeado en los sentimientos más profundos, es cuando el alma empieza a
clamar al Espíritu y pone atención a lo que nunca ha atendido". Sin embargo, la Enseñanza parece
ajena a la situación inmediata. Irvin cuestiona: "¿Qué es lo le pasará
al hermano de Louis?" El Iniciado toma las manos del adepto y fija su
mirada tierna en los ojos al borde del llanto: "El que ustedes llenen de
amor al pequeño va ayudarlo para que él pueda superar esta enseñanza a la que
vino y pueda evolucionar. El que ustedes acepten el comprender, sin llegar a
quejarse, sino que todo lo que hagan en su entorno lo hagan con gusto en el
nombre de Dios. ¡Que no vean al pequeño como una carga! Y en cambio le miren
como una fuerza del amor. Saber llevar con dignidad y no vivir cada instante
en el sufrimiento sino en el Amor Divino". Precisa: "No es aceptación o
resignación. ¡Debe ser Amor! Es algo que deben fijarse bien. El amor no
solamente acepta con resignación sino que también cura, Hermano, y se curarán
usted y sus familiares y al mismo tiempo le curarán a él". Con cierta timidez Louis
aventura: "Maestro, usted podría sanarlo. En usted está la fuerza de la
sanación. ¡Tiene esa luz!" El indogermánico expone que si bien es cierto
que ha curado a algunas personas, empero "lo importante en este caso, es
que debemos tomar en cuenta que se trata de un karma que debe superar, y de
llegar a intervenir para sanarlo podría bloquear el crecimiento del alma". Hay resistencia en el adepto:
"Maestro, ¡es mi hermano el que sufre!" Y oye: "Ya lo sé. Pero
si ustedes están dispuestos a amarlo, a perdonar y a servirse unos a otros
con amor, van a sanarlo más que si yo llego y le curo con mis manos. Van a
ayudarlo a que sane su alma y que sanen las suyas también". Dice entonces: "¿Qué puedo
hacer? Siento mucha pena también por mi familia" Hebert le orienta: "Mi
Hermano va a trabajar en el perdón. ¿Qué deberá perdonar? Perdonar a todos y
cada uno de los miembros de su familia, empezando por el pequeño. ¡Aunque
usted no recuerde cual es la causa, perdónelo! ¡Perdónelo profundamente y con
honestidad y transparencia! Al grado que ya no sienta dolor por lo que está
viviendo ahora y sienta únicamente amor y gozo por tener la oportunidad de
estar con él en este tiempo y darle la oportunidad de ser mejor. Hermano, si
todos los miembros de su familia lo logran, quizá no solamente sane sino que
van a enaltecer esta pena a un grado de evolución en él". Concluye: "Al liberar en
esta vida toda la fuerza negativa que sembró en el pasado, tendrá entonces,
posibilidad de reencarnar en condiciones óptimas, sanas, alcanzando otro
nivel de evolución". IV.- La Ambición de Poder Somete al Hombre VI.-La
Sanación por Imposición de Manos Página
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