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Tomo I
Capítulo Tercero
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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El Desarrollo de la Consciencia
Primaria El Maestro Hebert les dice a sus adeptos que empezarán
a desarrollar la Conciencia Primaria, como un elemento del poder de la Mente,
facultad rectora del comportamiento libre del ser humano y que le permite el
dominio de sus pensamientos en armonía con su entorno. “Es la capacidad de
lograr crear defensas energéticas internas ante las agresiones externas
visibles o invisibles.” Con entusiasmo, los adeptos se disponen a
seguir a su conductor hacia los Montes de Gales. A las seis de la mañana,
disfrutan la aurora con sus colores reflejados en diferentes tonalidades
sobre el follaje. “¡Que hermosa es la naturaleza! Es tan inmensa. ¿Alguno de
ustedes piensa en la posibilidad de su destrucción? ¿Será el hombre capaz de
devastarla?” - Comenta Irvin. El aire limpio que circula por los pulmones de
los aprendices de la Doctrina Secreta en ese Siglo VI, hace que Merlín se
acerque a su conductor y exprese: “Maestro, hemos discutido entre nosotros
sobre las profecías que nos revelaste en la clase anterior y nos preguntamos
si ese futuro desolador no podrá ser cambiado. ¡Vemos las praderas y valles y
son tan bellos!” Hebert observa en sus jóvenes discípulos los
gestos de incredulidad. Irvin añade: “Lo que nos contaste, esa visión
apocalíptica, nos llena de profunda tristeza y nos agobia porque parecería
que nada podemos hacer. Pero también nos preguntamos si nos tocará a nosotros
antes de terminar la Enseñanza.” Ante la preocupación de los aprendices, el
Iniciado indogermánico los mira con profunda ternura. Sonríe y les dice:
“Cuando los tiempos hayan llegado, la misma evolución del planeta exigirá el
cambio. Lo que el hombre haya destruido, muy difícil será que pueda
reconstruirlo. Cuando se percate de ello, será un momento muy crítico e
irreversible.” “¿Por qué será tan grave esa situación?”
Inquiere Merlín y todos escuchan al Iniciado: “Sí, mis hermanos. La ambición
del poder y la enajenación del hombre serán tan fuertes, que parecerán
autómatas, como si estuviesen adormecidos o hipnotizados por la ansiedad del
dinero. En unos será la urgencia de satisfacer necesidades vitales y en unos
cuantos, atesorarlo. De cualquier forma, todo en la vida del ser humano,
tendrá su eje en el bien material.” Hoy, 15 siglos después, el signo de los
tiempos parecería cumplir las profecías. La deforestación acelerada del
planeta, por ambiciones económicas o la negligencia en su cuidado, alteró el
ciclo natural del planeta, con sus efectos climáticos de sequías prolongadas
y la alarmante disminución de alimentos y de las reservas de agua potable que
pronostican conflictos sociales antes del año dos mil veinticinco. EL Apocalipsis no es de generación espontanea.
Joseph E. Stiglitz, economista en Jefe del Banco Mundial, reveló en
Washington en 1998 que en los 25 años anteriores se redujo a un tercio la
reserva de agua para consumo humano; el 13% de habitantes del planeta
radicados en Estados Unidos, la Unión Europea y el Japón, son responsables
del 42% de las emisiones de bióxido de carbono. Al depredador modelo industrial se suma la especulación
financiera de Wall Street para proteger y aumentar las riquezas de 450
personas sobre el bienestar de seis mil millones de habitantes y que ha
obligado a las naciones pobres a buscar mecanismos paliativos a la crisis. Es
decir, que unos cuantos están angustiados por la realidad virtual de sus
tesoros materiales y la mayoría por cubrir sus necesidades urgentes. ¡Dos
sectores que están esclavizados a la angustia diaria! En el siglo VI, Hebert les avisa a sus
discípulos que tienen tiempo para prepararse. “Entonces, nosotros vamos a
estar presentes. ¿Cómo es posible eso, si nos anunciaste que falta tiempo
para esos momentos? ¡Para ese entonces, ya seremos unos ancianos si es que no
hemos muerto! Difícil es el creer que nosotros podamos hacer algo”. Ante la inocencia de las preguntas, el Maestro
se ríe comprensivo y comunica: “El que logre alcanzar la Iniciación y
trascender a la muerte, vive a través de los tiempos y puede auxiliar a
muchos. Deberán trabajar para preparar la Gran Venida del Padre Creador de
los Universos al auxilio de sus hijos, como escrito está”. Adam interviene: “¿Cómo fantasmas?” Merlín
ataja: “¿Cómo piensas eso? Si fuésemos fantasmas ni siquiera podríamos
acercarnos a las personas. ¿Te imaginas? ¡Se espantarían!” Con amplia sonrisa, el indogermánico aclara:
“¡No, hermanos! El alcanzar el grado de Iniciación lleva a tener el poder
sobre la materia, de tal manera que ésta se conserva y se sostiene a través
del tiempo”. Todos se miran entre sí y en coro recitan:
"¿Cómo lo vamos a lograr? ¡Es algo tan profundo! ¡Es muy elevado!”
Escuchan con atención: “Es algo que siempre se ha buscado en todas
las Enseñanzas y que pasa desapercibido, ya que los aspirantes, por sus
problemas personales que les agobia el alma, no pueden ver el verdadero
objetivo de la Doctrina Secreta y el trasfondo. Algunos, llegan por simple
curiosidad y otros porque piensan equivocadamente que comprarán la salvación
eterna.” Añade: “El practicar el amor y el perdón
conduce a la Luz de la Eternidad y entonces, la materia se conserva porque
vive en armonía con el resto de las energías y les permite traspasarlas sin
ser herida o lastimada. Solo puede conseguirse cuando se toca el fondo del
interior. ¿Se dan cuenta? Toda la Enseñanza es a base del amor.” Difícil es comprenderlo ante la presencia de
traidores y ambiciosos, empero, Hebert sostiene que si hay Amor no existe la
traición. Explica que el verdadero amor no es cuestión de actitudes positivas
o buscar el equilibrio con las inclinaciones negativas. “Es una posición de
Entrega Absoluta en la Fe, la Esperanza y la Caridad que permite la armonía
interna y permite que con agrado, se fortalezca la convicción y se disfrute
el gozo de Entregarse.” “¡Esos son los mártires!” Expresa de inmediato
Merlín. Con serenidad, Hebert le indica: “Muchos han confundido el amor y la
entrega con ser un mártir. ¡Nada más alejado de la realidad! El amor conduce
a exigir el respeto por los campos dimensionales propios. Es decir, exigir el
respeto a uno mismo y en uno mismo.” Mira la incertidumbre en su joven auditorio y
amplía la exposición: “En uno mismo se debe exigir la honestidad, la lealtad
en los Principios. La fidelidad la han basado hacia el exterior por una
condicionante social. Más, ¿cómo ser leal a una persona si no lo es consigo mismo?
Por ello es importante entender que es en nuestro interior en donde podemos
encontrar la verdad”. Es como si el hombre fuese una piedra en bruto
que debe devastarse para alcanzar el perfeccionamiento de una piedra labrada.
El primer paso sería la liberación de los vicios en el reconocimiento de las
virtudes para dar el segundo paso, identificarnos y reconocernos como
fraternos, es decir, como hermanos al ser hijos del mismo Padre Creador y
finalmente, alcanzar en el tercer paso, la práctica de la Filantropía en toda
la especie humana que tiene el derecho de recibir la Luz de los Iniciados. Por ello, insiste el Iniciado, el Amor logra
en el individuo que tenga una mayor comprensión a su entorno y le facilita el
ser tolerante para, después, ser templado y armonioso en el dominio de los
vicios y las pasiones que caracterizan la dualidad del alma. Irvin interroga: “¿Maestro, y esto que estamos
haciendo nos va a llevar al Amor?” “Buena pregunta. Pero, ¿el amor a qué? ¿El
amor a quién? Mis hermanos, la Enseñanza no los lleva en forma automática al
amor ya que se manifiesta poco a poco y en relación directa al esfuerzo
interno que cada uno desarrolla, conforme se va entendiendo la verdadera
razón de las cosas. Es por ello que al construir las Conciencias es ir cimentando
el interior, la única y verdadera razón del Ser.” “¿Conciencias, Maestro? ¿No es una sola?” Es
la replica de Adam y escucha: “No. Podríamos hablar de una Macro Conciencia
de donde parten muchos estados de conciencia que se van enlazando unas con otras
para poder superar los conflictos que se presentan en la formación, el
crecimiento y el desarrollo hasta llegar al nivel del Iniciado.” En este momento, les dice, estamos en una
Conciencia Primaria. Es el primer paso en el sinuoso camino al interior. Se
busca el entendimiento con uno mismo, aceptarse como se es y valorarse como
Hijos de Dios. Hacerse responsables de los propios actos sin buscar culpables
o disculpas por algo que únicamente le concierne al comportamiento
individual. Hebert afirma que al descubrir los verdaderos
karmas y reconciliarse por medio del perdón, no por el arrepentimiento
efímero, sino en la verdadera responsabilidad de lo que uno se causó, se
destruyen estos karmas y el hombre se libera asimismo. Es el momento, entonces, en que encuentra el
Poder de la Mente y al aprender a ponerla en blanco al mismo tiempo que
enciende sus centros de poder interno, puede generar la protección a
vibraciones, presencias o entidades agresivas, visibles o invisibles. Un principio que los Grandes Maestros de La
Gran Hermandad Universal, inculcan en sus adeptos del presente, para
defenderse de la violación a su potestad mental, por las ondas transmitidas
por la red de satélites y enviadas por el hiper espacio. Escaso, pero todavía hay tiempo para prepararnos
y recibir con dignidad el signo de los tiempos apocalípticos. XII.- La Violación a la Potestad del Pensamiento II.-Reconfigurar
la Consciencia Primaria Página
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