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Tomo I
Capítulo Tercero
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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Despertar de los Centros de Poder
Hablando entre dientes, regresa
Merlín al comedor de la casa, llevando el agua limpia del pozo que se
encuentra en el patio. "¿Qué te acontece?", pregunta el Maestro
Hebert al ver que su alumno se aprieta con la mano derecha, la parte baja de
la espalda. Responde: "¡Es inconcebible que a mis años padezca de
dolores lumbares!" En los ojos del Iniciado
indogermánico se manifiesta alegría. Le interroga con ternura en la voz:
"¿A que lo atribuyes?" El joven adepto piensa que al agacharse para
jalar el cubo, estuvo en posición incómoda y con el esfuerzo, el músculo se
resintió. Aventura que tal vez con un masaje leve y ungüentos de yerbas
medicinales se corrija. Cerca de las doce de un día
cálido de primavera, los adeptos empiezan a llegar y toman asiento en el pórtico
de la vivienda. El Mentor observa la ausencia de Irvin, el más puntual de los
aprendices. Por respeto a los que son puntuales, no se puede retrasar la
Enseñanza y empieza a explicar: "Dentro del Desarrollo
Espiritual de los aspirantes a la Iniciación, es muy importante comprender
que el Ser tiene varias conciencias. Es en la Conciencia Primaria en donde
inicia el reconocimiento del interior, para buscar las causas que impiden la
armonía en el entorno y con el crecimiento personal y poder así, caminar a la
reconciliación". Adam cuestiona: "Maestro,
¿en el entorno, cómo podemos hacerlo?" Hebert indica que se debe tener
una perfecta visión de las cosas para descubrir en donde se encuentra el
principio y fin de la responsabilidad individual y el plano en que se da.
"Es difícil hacerlo cuando existen limitaciones por los complejos de
culpa, los traumas, las frustraciones o los resentimientos que deben
liberarse para encontrar la armonía". Explica que "para buscar el
equilibrio con el entorno, es cierto que se debe pedir perdón, pero también
debe otorgarse. Transmutar el dolor o karma en amor de entrega, para que se
logre romper con todas las energías negativas que obstaculizan o impiden el
avance del desarrollo interno". Irvin acaba de llegar. Pide
permiso para integrarse a la sesión. Su voz lastimera, llama la atención de
los presentes. "¿Qué sucede, mi hermano?" Expresa el Maestro y
escucha: "Me retrasé porque casi no puedo caminar. Tengo un dolor
profundo en el coxis y mi columna vertebral la siento muy caliente. ¡Como si
estuviese inflamada! Me siento muy mal y no sé la razón". Se le queda mirando el Iniciado con mucho cariño y sonríe.
Merlín interviene: "¡Que coincidencia! Yo desperté con un dolor en la
parte baja de la espalda", y Adam comenta que ha sentido nauseas y mareos, con manifestaciones de extremo
cansancio que le exige dormir. La descripción de los síntomas
genera en el indogermánico expresiones de alegría. Los adeptos se
desconciertan y preguntan: "¿Maestro, no estás preocupado por lo que les
sucede a nuestros Hermanos? Debemos trabajar en su defensa, porque
seguramente están siendo atacados por entidades de la Zona Prohibida". Hebert mueve la cabeza de un lado
a otro y expresa: "¡Ha! Mis hermanos. Mis pequeños. No todo lo que nos sucede
responde necesariamente a energías enviadas por enemigos emboscados, sean
visibles o invisibles" y le ordena a Irvin que se recueste en unas
tablas cubiertas con un cobertor grueso. Impone sus manos en la cadera del
discípulo para aliviar el flujo de energía y prosigue: "En la reconfiguración de la
Conciencia Primaria, sustentada en la reconciliación interna, sobre todo con
la paz interna de la fuerza del origen del amor con los padres, existen
desviaciones al encontrar el individuo una serie de situaciones dolorosas con
los hermanos, los primos. Ciertas rencillas, frustraciones, limitaciones
almacenadas en el inconsciente y que se convierten en una resistencia
natural". Por ello, los dolores físicos que
manifiestan los aprendices, son normales. Se generan porque la energía fluye
en su conducto natural que es la columna vertebral y significa que el Hermano
está avanzando en su crecimiento interno, lo que debe proyectar alegría y
entusiasmo. Merlín se apresura a preguntar: "¿Cómo es eso, Maestro?
¿Cómo sentir alegría cuando se sufre un dolor? Irvin casi no puede caminar,
Adam tiene dificultad para ingerir alimento y yo, no puedo realizar mis
actividades cotidianas con la rapidez que acostumbro. ¡Me siento un anciano a
mis 26 años!" Allí está "la razón para
pedir fortaleza física a los aspirantes a ingresar a la Doctrina
Secreta", comenta con cierto regocijo el Maestro. Retoma su gesto severo
y señala con el índice hacia el cielo: "¡A toda causa le sucede un
efecto! Un Iniciado tiene la capacidad para ver lo que otros no pueden
ver". Pregunta: "¿Qué estamos
buscando?" Escucha el coro de jóvenes: "¡La Conciencia
Primaria!" Replantea el Maestro: "¿De que forma vamos a
lograrlo?" Un breve silencio y escucha: "Con el reconocimiento del
interior". Insatisfecho, Hebert exige una respuesta más amplia y con
timidez, Adam aventura: "¿Con la activación de las chacras?" Hay júbilo en la voz del Maestro:
"¡Eso es, mis hermanos! Empezamos a mover la energía de los Centros de
Poder Internos, en la raíz y en el baso. Zonas en donde se encuentra el Poder
del Origen y las emociones causadas por la influencia genética y por la
formación escolar y familiar". Explica que siente alegría al
conocer los síntomas de los adeptos, porque significa que ¡están moviendo la
energía! Lograron tocar y despertar las chacras que canalizan ese fluido por
la espina dorsal y que en algunas Enseñanzas se conoce como Kundalini, por
donde fluye la energía de la raíz a la corona. Al despertar la primera chacra,
su energía fluye hacia el baso. Una vez encontrada la razón del dolor, Hebert
inicia la exposición del siguiente punto importante para los aprendices:
¡Cómo quitarlo! Convergen dos posibilidades: 1. - Qué el adepto solamente
necesite liberar energía o, 2. - Que la energía encuentre
rechazo en el interior. En el primer caso, el Maestro les
ordena realizar ejercicios de respiración en siete tiempos cada uno: Juntar
las palmas de las manos sobre la cabeza, formando un triángulo con los dedos
índices y pulgares, para bajarlas al nivel de la raíz al momento de aspirar
profundamente contrayendo el bajo vientre y los glúteos. Al soltar lentamente
el aire, se extienden suavemente los brazos al frente y a los lados para
regresar a la cabeza. Lo mismo se hace con el baso y el
plexo solar. En el corazón y la garganta, las palmas de las manos no deberán
tocarse. Para el ejercicio de la pituitaria o tercer ojo, se juntan las
palmas de las manos sobre la cabeza y se forma un triángulo con los dedos, se
baja al nivel de la raíz y se suben las manos como si estuviesen escalando
hasta la altura de la frente, para soltar el aire. Finalmente, en la corona, las
palmas de las manos se dirigen hacia el Cosmos y se bajan lateralmente al
aspirar y suben a la misma posición al exhalar. En todos los movimientos, las
manos se deslizan suavemente, para sentir el aire y el campo electromagnético
conocido como aura. Hebert menciona que "si con
esto no se consigue que se quite la vibración, es que el adepto rechaza el
desplazamiento de su energía interior, por causa de bloqueos emocionales. Se
debe, entonces, buscar el origen de los dolores. Pueden hacerlo al cerrar los
ojos y visualizar la energía molesta, para penetrar en ella y descubrir su
punto de partida". Para los psicólogos, el ejercicio
lo identifican como hipnosis regresiva. Empero, se realiza tradicionalmente
en prácticas de meditación profunda para viajar al inconsciente en donde se
guardan los actos que afectaron una parte de la vida presente o de vidas
anteriores y que no se han podido reconciliar. Irvin interroga: "Maestro, y
no será posible que se está uno responsabilizando de cargos que no le
corresponde". El Iniciado concede esa posibilidad y postula que
"aquí, encontramos la importancia de pedir perdón y perdonar, lo que
conducirá al equilibrio y alcanzar la perfecta visión de las cosas, de las
emociones, de la vibración propia. Un reconocimiento que permitirá definir
cuando es problema propio o ajeno." Una Enseñanza que se basa en el
razonamiento del interior y el entorno. Observar, por ejemplo, que si hay
sequía y convulsiones comerciales internacionales, es el momento oportuno de
almacenar víveres, como granos y semillas, (en nuestro tiempo, alimentos
enlatados). Así no se genera el complejo de culpa o sufrir la angustia cuando
haya escasez o carestía. ¡La Doctrina Secreta tiene aplicaciones objetivas! En palabras de Hebert, se dice: "Eso va ayudar, entonces, a que estos dolores disminuyan. Parecen unos dolores de parto, simplemente, porque es volver a nacer para un Iniciado". II.- Reconfigurar la Consciencia Primaria IV.-La
Ambición de Poder Somete al Hombre Página
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