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Tomo I
Capítulo Primero
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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El Despertar del Espíritu: La
Elección
Sentado debajo de un árbol en la
ribera de la Laguna de Ordín, Merlín compartía un instante de esparcimiento
con las sílfides, ondinas y gnomos del bosque. Su pensamiento analítico le
lleva a reflexionar sobre el por qué y cómo podía ver lo que para otros era
invisible, y sobre la existencia misma de esas pequeñas criaturas que le
acompañan. Recordó el poema “De la
naturaleza” del filósofo griego Parménides, nacido en el 504 antes de nuestra
era en Elea, y musitó: “El universo es eterno, uno, continuo e inmóvil”,
percibido en el mundo sensible que conocemos a través de los cinco sentidos,
pero que no es real y otro plano inteligible concebido por la inteligencia. Se recargó en el árbol y rechazó
el principio ilusorio, por su acepción de engaño. Era tan real como las
criaturas por él creadas, aunque de temporalidad reducida y, en cambio, esos
seres observados presentaban vida propia. Más bien, deberían ser dos mundos
con puertas invisibles por las que el Mago podía pasar. La tibieza de la tarde coadyuva
para que el alquimista reciba un sopor pesado con sudaciones intensas, fríos
extraños y temblor corporal. No entiende lo que pasa ya que al mismo tiempo
se adormece su cuerpo. De repente, siente un vértigo impresionante que lo
conduce a un abismo muy obscuro sin que pudiese hacer algo por evitarlo. ¡Un instante tan solo y ¡se
estabiliza! Abre los ojos para descubrir con asombro que ¡estaba frente a él
mismo! Allí está su cuerpo como adormilado. Lo puede ver. Maravillado observa
su entorno: ¡Hay dos mundos superpuestos, uno encima del otro, sin estorbarse
para existir! Extasiado empieza a caminar para
explorar esa nueva realidad mágica. Puede tocar lo que encuentra. Siente la
consistencia tan diferente y además, puede traspasar lo que sus manos tocan.
Su consciente urgó en la memoria: Su Maestro Hebert le ha explicado el
proceso de desdoblamiento con su poder tan amplio. Su cerebro empieza a registrar
fuertes ruidos que activan el instinto de conservación. Se siente muy pesado.
No se puede mover y tampoco hablar y siente un peso encima de su cuerpo que
le impide respirar. Hace un esfuerzo. Alcanza un fuerte suspiro que logra
reanimar su organismo y se percata como ingresa de nuevo a su materia. Con el entusiasmo de sus veinte
años, Merlín se levanta y presuroso acude a su Maestro para comunicarle la
experiencia vivida y platear sus interrogantes. Escucha con atención que no
era algo nuevo y mucho menos irreal. Desde el Principio de los Tiempos
cohabitan nuestro mundo y la Zona Prohibida. Un lugar de residencia de monstruos,
seres terribles y demoniacos, pero también habitan duendes, gnomos, enanos,
sílfides y ondinas. Solamente se puede llegar con la guía sólida de un
Maestro Iniciado para ver, tocar y hablar con estos seres. Debe prepararse
para atravesar la zona. Conocida por los antiguos
mexicanos como El Valle Prohibido, las teorías cosmológicas del matemático y
astrónomo francés Pedro Simón marqués de Laplace, en el esplendor
napoleónico, se perfeccionaron por el físico alemán Albert Einstein en su
Teoría de la Relatividad, al referirse a los campos dimensionales. Aunque con reservas, se acepta
generalmente que la materia presenta tres características: Peso, volumen y
masa. Según las bases de la geometría descriptiva, un cuerpo no puede ocupar
un mismo lugar en el mismo tiempo en el mismo espacio y que reúne tres formas
de medición: Largo, ancho y profundidad. El mundo que habitamos, entonces, es
tridimensional, o lo que es lo mismo, vivimos en la Tercera Dimensión. Los investigadores modernos
debaten acremente sobre la posibilidad de que la luz sea materia al
comportarse como si tuviese masa. Cualquiera que sea la respuesta, cambiará
radicalmente el razonamiento científico enfrentado a los principios
esotéricos sobre la concepción de la Cuarta Dimensión y varias más. En las Escuelas Iniciaticas se
sabe que la Zona Prohibida o Cuarta Dimensión, debe ser atravesada por el
alumno y, además, debe salir limpio. En el legado de Merlín se contempla el
uso de un escudo protector. Es el amor con la templanza. Cuando supo de la
fórmula, dudó porque consideraba que el amor era débil y la zona
extremadamente peligrosa. En ese tiempo, deja a su Maestro
para ir a su casa en donde toma su oráculo para regresar a la Laguna de Ordín
y empezar a investigar por cuenta propia. Su inquietud se basa en que ya
tiene los favores del Rey Arturo, de quien es Consejero para predecir los
acontecimientos futuros, pero ¿qué pasa en su cuerpo? Ya no tiene que hacer
uso de sus herramientas para utilizar únicamente la energía de sus manos.
Sufre con sueños extraños que se combinan con dolores corporales. La luna se refleja en el oráculo.
Está listo para el trabajo. Pide al Pare Creador de los Universos la
sabiduría para calmar su angustia interna. Está consciente de que sirve al
Rey y está satisfecho. Empero, siente que una fuerza superior le llama: “¿Un
servicio más importante? ¿Qué puede ser?” La bola de cristal se ilumina.
Responde: “¡Despertar!” Después de un instante presenta: “Origen”. La tercera
y última imagen es: “Espíritu-amor”. Ahora, debe meditar y darle un sentido y
dirección a las claves recibidas. La primera idea que emerge las relaciona
con lo Divino por la influencia de su enseñanza: Los más avanzados usan al
amor como un impenetrable escudo protector. Develar el misterio es cansado, pero
el fruto final es satisfactorio: “Despertar el amor Divino del Origen”. El
siguiente paso es aplicarlo: Si tiene que despertarlo es que se encuentra
dormido. ¿En donde se encuentra? Concluye que dentro de sí mismo. Regresa a
su cabaña y empieza a jugar con las palabras escritas en un papel. Se suelta a los impulsos que le
dicta el momento: El origen es el principio y solamente hay uno por sobre
todas las cosas: El Padre Creador, que le dotó al hombre de Espíritu y podría
despertarlo mediante el esfuerzo o el trabajo para corresponder al Amor
Divino. ¡Atender su necesidad de vivirlo es más fuerte que el llamado del
Rey! El ser humano contemporáneo
guarda esta inquietud en su interior. Sin oráculos para consultar. En cambio,
puede encender tres velas en triángulo –Oriente, Norte y Sur- enumeradas del
uno al tres y cerrar los ojos para pedirle a Dios, con la fuerza de nuestro
corazón, el conocimiento del nivel que cada uno tiene. La última que se consuma indicará
el grado de evolución del consultante: 1. - Principiante, por sus
inclinaciones esotéricas, 2. - Avanzado, por las experiencias extrañas y
sueños premonitorios y 3. - Evolucionado por sus videncias, armonización por
la incomprensible imposición de manos al prójimo y sentimiento místico
profundo. Los senderos esperan. Hay razón: “Parece probable que Dios, en el inicio, formó la Materia en partículas sólidas, masivas, duras, impenetrables y móviles de tamaños y formas tales, y con tales propiedades y en tales proporciones respecto al espacio, como fuera más contundente al Fin para el cual las formó”, reflexionó Sir Isaac Newton. VI.- Hermes: El Oro del Interior Humano VIII.-Riesgos
Elevados de la Zona Prohibida Página
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