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Tomo I
Capítulo Tercero
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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La Ambición del Poder Somete al Hombre Bajo el sol
de mediodía, el Maestro Hebert suspende los ejercicios de respiración de la
clase de Desarrollo Espiritual, obligado por las voces y gritos en la puerta.
Se acerca y recibe a los heraldos del Rey Arturo que exige la presencia de
Merlín en el Castillo de Avalón, a causa de un inesperado y raro mal que le
aqueja, lo que supone alto riesgo para el reino. El
Mago se despide rápidamente de su Mentor y condiscípulos y presuroso se
dirige para atender el llamado de su amigo de la infancia. Ingresa a las
habitaciones reales y espera a una distancia prudente, con respeto y
discreción, que los jóvenes médicos concluyan su labor. Discuten entre sí los
galenos sin atreverse a dar un diagnóstico. Una
vez que se marchan los desconcertados doctores, Merlín se acerca solícito al
lecho de su Majestad y le pregunta: "Mi amado amigo, ¿qué es lo que
ocurre?" Escucha con atención la voz entrecortada: "Me aqueja una
fuerte ansiedad interna que impide me levante. ¡Es más fuerte que una
depresión! Como si hubiese perdido el gusto a la vida". El
consejero mira la profunda inquietud en los ojos reales y por su
inexperiencia duda al inquirir: "¿Mi hermano ha comido bien en los
últimos días?" La respuesta inmediata es afirmativa y añade: "No
alcanzo a comprender este decaimiento. Tú sabes bien que jamás he temido a la
muerte. Y sin embargo, hoy siento esa ansiedad que me obliga a quedar en la
cama". La fortaleza espiritual del principal
Caballero de la Mesa Redonda, es incuestionable. Por ello, el Alquimista
necesita más elementos y pregunta si existen otros síntomas: Hay, además,
adormecimiento en los brazos y piernas, un dolor en el lado izquierdo del
pecho, como si algo extraño se encajara y provocara que le doliera el corazón
y el cuerpo lo siente extremadamente pesado. Merlín
siente una extraña vibración en el medio ambiente. Se acerca al Rey Arturo y
al imponer su mano derecha sobre el vientre de su Majestad, cierra los ojos y
concentra su mente para percibir la fuerza de vida del hombre. Unos segundos
han transcurrido y el mentalista es tomado de la mano por una energía
invisible que le genera escalofrío en todo su cuerpo. Enuncia: "¡Están
sometiendo a mi Rey! ¡Quieren atemorizarle a través de fuerzas ocultas! ¿Ha
sentido mareos mi querido hermano?" Se queda pensativo y responde que
sí: "Es una sensación que me jala al fondo de un negro absoluto. ¡Como
si algo o alguien me jalase hacia la tierra!" El Monarca comenta que el
fenómeno se inició después de la cena. "No
debe preocuparse, mi hermano. Regreso en unos momentos", dice Merlín al
momento de confirmar con los síntomas, que el Rey es atacado por enemigos
emboscados y se dirige a toda prisa a su casa para preparar la pócima con que
va a liberar a su Excelencia de ese entrampamiento que le han ocasionado. Si
bien es cierto que el Rey Arturo le tiene mucho respeto a su amigo, aún
guarda cierto escepticismo que le provocan recelo sobre la actuación del Mago
que manifiesta poseer Principios muy altos, empero, considera que no alcanza
a comprender toda la fuerza y la potestad del interior del hombre en relación
con la mente, al suponer que se deja llevar por la fantasía, la superstición
y la creencia de duendes y otras entidades no visibles. Merlín
está consciente de la reserva real a su persona, que no impide se le haga caso
en lo que sugiere o aconseja. En
su casa, el Alquimista muele linaza y la hierve. Prepara también otra bebida
con hierbabuena. Llena dos recipientes metálicos con las infusiones, recoge
albahaca y ruda para retornar al castillo. Con renuencia, Arturo bebe el té
que muestra cierta densidad aceitosa. El
trabajo de la linaza provoca cólicos y retorcijones en la regia personalidad
que a sus exigencias de que le den calmantes, solamente le proporcionan té de
hierba buena. "Mi amado Rey deberá soportar los dolores hasta que la
maldad que le dieron de comer y de beber, desaparezca" explica el
consejero al tiempo de ignorar las recriminaciones. Al
mismo tiempo, Merlín pide una sábana blanca que tiende en el lecho imperial,
desparrama al albahaca y la ruda y pide a su Majestad se recueste en ese
lugar, para envolverlo. De esa manera, razona con su amigo, se recogerán las
vibraciones negativas y podrá ser liberado de los que intentan someterlo. La
noche se prolonga por los quejidos lastimeros del enfermo, acompañado de
Merlín quien se ha negado al sueño. La transpiración y convulsiones son
constantes por los dolores del bajo vientre que sufre contracciones y
finalmente obligan la evacuación en las primeras horas de la mañana. Es el
momento en que por fin, el Rey siente un profundo alivio. Feliz del resultado, el Mago recoge la
sábana con las hierbas y se despide apresuradamente de su amigo para ir
inmediatamente a su casa, para quemar esas cosas. Hay
satisfacción en el rostro de Merlín. ¡Salvó a su Rey de los efectos de
alimentos contaminados que le dieron con mala voluntad para someterlo a
caprichos de los ambiciosos del poder que pretendieron debilitar su mente! No
quiso discutir al respecto con su Rey, ya que estaba seguro que rechazaría
sus teorías. Prefirió ir con sus compañeros de Enseñanza y su Maestro Hebert
para comentar su experiencia reciente que, seguramente, el Iniciado
profundizaría en la comprensión de los sucesos con el conocimiento de la
Doctrina Secreta. Con
la incredulidad reflejada en los ojos de los adeptos, debido a que no
practican la magia y dedican su esfuerzo al Desarrollo Espiritual en la
meditación con base en ejercicios respiratorios para encausar su energía al
equilibrio interno y el Despertar de la Conciencia Primaria, escuchan el
relato de su condiscípulo. Irvin
se dirige a su Maestro: "¿Es posible que a través de los alimentos,
puedan someter la voluntad de los seres humanos?" Hebert le mira
extrañado: ¿Cómo es posible que pregunten algo así? En muchas ocasiones ha
explicado el movimiento y mecanismos que utilizan las fuerzas ocultas y ¿aún
dudan? Expone:
"¡No duden mis queridos hermanos! La ambición y el egoísmo se esconden
en la hipocresía para suministrar pócimas en los alimentos, y pareciera que
es una fuerza mayor ya que al ingerirse, el afectado debilita su fuerza
mental que provocan un estado de indefensión ante los pensamientos
impositivos de otras personas." Son
drogas muy potentes, dice al explicar que en el proceso digestivo llegan
directamente al cerebro para sensibilizar al individuo en lo que conocen como
Sexto Sentido, y perciben los mensajes de temor, sometimiento e incluso,
podrían buscar su propia muerte. Doblegado el canal de percepción interno,
los empiezan a gobernar. Añade
que Merlín actuó en la manera correcta: Con la linaza limpió el organismo de
todo alimento contaminado que le hayan dado al Rey para someterlo, con la
hierbabuena lava bien los intestinos y los residuos que hayan ingresado al
sistema sanguíneo se liberan por el sudor y se anulan esas drogas. Interviene
Adam: "Es muy fuerte, Maestro pero, ¿qué no se eliminan de los
intestinos? Lo que comemos y no es necesario se desecha. Entonces, una purga
sería más que suficiente y podrían disminuirse el dolor de la persona. ¿Para
que hacerla sufrir más de lo que ya ha padecido con cólicos y
retorcijones?" Mi
hermano, dice Hebert con ternura, al preparar estas pócimas, se cargan con
energías bajas normalmente terrenas que se aferran a la fuerza de vida del
individuo que las ingiere, de tal manera que se requieren de fuertes
contracciones para su expulsión y de esta manera se libere totalmente a la
persona. "Maestro,
es impresionante la manera en que buscan someter a las personas",
reflexiona Irvin y escucha al indogermánico: "Sí, mi hermano, la lucha
del poder y la vanidad siempre buscará caminos para someter y destruir al
enemigo o a los que consideran sus enemigos. Por eso siempre se debe estar en
vigilia sin caer en delirio de persecución". Y
al paso de los años, del siglo VI a los albores del tercer milenio, se ha perfeccionado
el mecanismo. Bajo el sofisma de la productividad, se usan
indiscriminadamente químicos en la agricultura de los países subdesarrollados
que son prohibidos en las potencias industriales por afectar la salud de los
consumidores. Parece
que nada está a salvo de esa política. Con agentes químicos se forza la
producción de pollo y ganado que se guarda un discreto silencio sobre sus
efectos en los seres humanos. Los cultivos agrícolas son sometidos a
agresivos agentes que componen los insecticidas y fertilizantes con efectos
dañinos en los consumidores. El
mismo proceso industrial y sus sistemas de transportación producen
contaminantes que ingresan al organismo por medio de la respiración y, por
ejemplo, el plomo, augura una generación de débiles mentales fáciles de
controlar por los grupos de poder políticos y económicos ajenos a los
conceptos de soberanía e independencia. Informes
de organismos internacionales revelan que, en México, en los últimos cuatro
años se redujo en centímetro y medio el crecimiento físico de los infantes y
su capacidad de aprendizaje se deteriora en forma acelerada, según los
reportes de organismos magisteriales. Una
visión apocalíptica en donde el enemigo oculto, es el mismo hombre y su
hambre de poder temporal y superficial. III.- Despertar de los Centros de Poder V.-El
Karma, Enfermedad del Alma Página
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