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Tomo I
Capítulo Segundo
Por Mario Luis Altuzar Suárez
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El Fuego Eterno y su Poder de
Vida
“Nada hay oculto. El misterio del
Universo está a la vista de todos”, dice el Maestro Hebert a Merlín y a los
demás aprendices, reunidos en el follaje cercano a la Laguna de Ordín. Al ver
el desconcierto en los adeptos, el mentor añade: “Ahí está el Fuego Eterno
con su poder de vida sin que puedan percibirlo”. Los discípulos escudriñan el
horizonte con el deseo de ver lo mismo que mira el Iniciado. “¿En dónde?
Cerca no hay fuego alguno”, corearon al unísono. “¡Cierren los ojos! Miren en
su interior. Allí descubrirán el lugar en donde se encuentra el Fuego Eterno,
que otorga el poder de las fuerzas con la mente para alcanzar la
Iluminación”, les indica el Maestro. Al silencio de los aprendices, el
conductor explica: “Lo oímos en nuestro entorno, lo sentimos cuando ingresa a
nuestro cuerpo y por la costumbre de que está siempre con nosotros, le
ignoramos y desaprovechamos la importancia de su acción y su significado para
regular las emociones del alma y comenzar la Iniciación”. Merlín acierta: “¡Es la
respiración!” Una función corporal mediante la cual se efectúan los cambios
gaseosos entre los tejidos vivos y el medio exterior al inspirar y exhalar
por la nariz y boca, la laringe y la tráquea y los canales infinitamente
ramificados de los bronquios en conjunto con el diafragma. Una acción que algunos denomina
“combustión” porque al pasar el aire por los pulmones, la sangre se apodera
del oxígeno inspirado y abandona una cantidad casi igual de bióxido
carbónico, por la razón de que el oxígeno es un agente de combustión cuya
raíz griega significa “engendrar” por su poder de vida. Los Maestros Iniciados saben como aprovecharlo en beneficio del
hombre. Hebert ordena a sus discípulos, sentarse con los ojos cerrados.
Levantan y juntan las palmas de las manos sobre la cabeza y al bajarlas,
inspiran lenta y profundamente el aire hasta la chacra de la raíz al mismo
tiempo de contraer los muslos, los glúteos y el bajo vientre. Al exhalar se
suelta el cuerpo y se estiran horizontalmente los brazos subiéndolos
lentamente a la cabeza. Se repite siete veces el
ejercicio que estimula la fuerza interna de ese centro de poder de energía,
que al unísono de la respiración se encuentra en relajación de los miembros
inferiores, como al mismo tiempo se adquiere la consciencia de la actividad
energética dirigida. Sabía el Maestro Hebert que
debería hacerlos vibrar para que pudiesen reconocer la energía que podían
generar por ellos mismos: El Fuego Eterno, ese calor que se va encendiendo.
Los lleva en una forma sutil. La misma operación deben repetirla con las
chacras del baso y plexo solar, contrayendo piernas, glúteos, bajo vientre y
vientre. En la chacra del corazón no deben
tocarse las manos y separadas bombean con los brazos a la altura de los
hombros. Lo mismo sucede con la tiroides. En la pituitaria o Tercer ojo, las
manos bajan a la raíz y conteniendo el aire en los pulmones, se suben a la
altura de la frente como su estuviesen amarrando una cuerda. En la corona las
manos bajan por los costados y se exhala al regresarlas a la parte superior. Aquí, encuentra Hebert, como
principio, saber qué candidatos reúnen las condiciones para alcanzar la
Iniciación. No solo cuenta el entusiasmo y el ánimo, sino también la fuerza física
y la salud. Estos ejercicios proporcionan el contacto con el campo
dimensional, mejor conocido como Aura, y la activación del organismo interno
hacia un mejor funcionamiento al estimular la circulación sanguínea y
oxigenar en forma equilibrada todo el cuerpo. Merlín pregunta: “¿Para qué sirve
todo esto, Maestro?” Y escucha al Guía: “Se toma consciencia de la fuerza
interna que se puede generar a través de la respiración y que puede dar
armonía interna, así como el reconocimiento de la importancia que tiene cada
una de las partes del cuerpo y su contacto con la energía del aura”. Lo más importante, dice el
Maestro Hebert, es reconocer la importancia que tiene la respiración como
fuente de vida, otorgada por el aire, sin olvidar que se adquiere el poder de
percepción de fuerzas extrañas que pueden llegar a través del mundo
invisible. “¿Por qué, maestro?” Es la
pregunta inmediata de los adeptos. Les responde: “Todo en la tierra vibra. Al
reconocer las vibraciones del cuerpo físico y el aura, el campo electromagnético
será entonces, un campo protector y el roce de cualquier substancia extraña,
entidad o vibración son de inmediato detectadas". Más claro: Con los ejercicios de
expansión, dice el Maestro, "se despiertan los sentidos y se sienten las
presencias, entidades o vibraciones ajenas, antes de que toquen y dañen el
organismo material”. La siguiente interrogante: “¿Para
qué puede servirnos el detectar esas presencias, Maestro?” Con profundo amor les explica:
“Así como desconocemos el Poder de Vida del aire por ser tan cotidiano, así
desconocemos esas fuerzas extrañas que pululan por el aire y que enferman a
las personas, que las asfixia o envician". Los antiguos únicamente atribuían
estas energías negativas a hechizos, embrujamientos o invocaciones de enemigos
ocultos y a vicios como la envidia, pero en los tiempos modernos, con el
avance tecnológico, se ha denunciado públicamente el experimento sobre el
control a distancia e inconsciente de la conducta humana para reforzar la
sociedad de consumo. Sin embargo, existen mecanismos
naturales de defensa. Por medio de las respiraciones de expansión, se puede
alcanzar el control de la vibración individual, ya que cada ser vibra en
forma diferente. El Maestro Hebert dice que
"al reconocerse asimismo se puede diferencias las vibraciones ajenas y
de inmediato se genera un campo protector para evitar que entre la enfermedad
en el cuerpo y lograr el gobierno y control del mismo cuerpo y de su aura,
rechazando con firmeza los comportamientos impuestos”. Añade: “El mundo, en su ambición
por fortalecer un gobierno de poder por medio de la concentración de la
riqueza, disfraza sus verdaderos objetivos en la desigualdad que fomenta una
lucha eterna para conseguir los inalcanzables beneficios económicos y
materiales, sin darse cuenta de la destrucción constante que provoca". Los efectos inmediatos se
observan en la frustración y resentimientos alimentados por la angustia
diaria, y "los hombres necesitan saber de que manera protegerse: Con el
Poder del Origen que es la respiración. Observen que la respiración la
manejamos al mínimo indispensable para sobrevivir pero cuando se logra el
control absoluto reconocemos y usamos
el Poder del Fuego Eterno.” Debe tomarse la precaución de
realizar los ejercicios con los ojos cerrados, para evitar secuelas en la
vista y apreciar al máximo el maravilloso secreto de la respiración, que al
conectar al cuerpo físico con el astral, se pueden observar vibraciones en
muchos colores. ¡Podemos reconocer la belleza de la Creación en nosotros
mismos! Podrán oírse ruidos o ver
sombras. ¡Nada hay oculto! Siempre estuvieron ahí pero lo ignorábamos. Nada
se debe temer y se puede proseguir con el descubrimiento del interior. “Este principio respiratorio,
cuando se canaliza a un estado de consciencia, abre los canales que conectan
con el Espíritu y nos conduce a reconciliarnos con el agua, el aire, el fuego
y la tierra, aceptando la responsabilidad de todo lo que le ha destruido y
adquirimos el compromiso de cuidarlos. Ese es realmente el primer paso a la Iniciación”,
concluye el Maestro Hebert en ese día de Enseñanza. III.- El Misterio del Principio de los Tiempos V.-
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