|
Tomo I
Capítulo Segundo
Por Mario Luis Altuzar Suárez
|
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
El Poder de Vida de la Tierra,
¿inagotable?
Reunidos a las seis de la mañana
en la Laguna de Ordín, los adeptos esperan nerviosos al Maestro Hebert. ¡Hoy es
el gran día! Lucen pulcras túnicas blancas y sandalias de cuero
brillante. ¿Cómo será la Iniciación?
Se carecen de palacios y de templos. Solamente está el bosque hermoso con su
trinar de pájaros y verde follaje. Allá, de su zona de reposo, se
mira al indogermánico. Llega y siente la inquietud de los aspirantes. Sonríe
amoroso y les invita a descalzarse y cerrar los ojos. Los adeptos interrogan:
“¿Qué nos sentemos? ¡Maestro, está muy fresco el prado! La yerba está húmeda
por el rocío.” Hebert comenta: “Es la vida que se comunica con nosotros.
¡Gocemos su vibración!” Instantes después, los adeptos
siguen en sus cánticos al Maestro que con su índice derecho forma un gran
círculo en el cielo para abrir y conectar el templo interno con el Cosmos,
baja el brazo señalando a la tierra y la eleva al cenit unificando la energía
de la Tierra y del cuerpo con el Universo, pasa la mano del lado izquierdo al
derecho para hacer presentes a todos los hermanos y alza los dos brazos para
bajarlos a la cintura y subirlos en cruz al plexo como el reconocimiento de
los cuerpos que forman a cada uno de los adeptos. No se necesitan grandes
construcciones ni de complejos rituales para establecer la comunicación con
el Padre Creador de los Universos. Dios está en todas partes y cada uno de
sus Hijos es un Templo Vivo que solamente requiere de la disposición en la Fe
para ir al encuentro Divino. Se identifican con el campo de
vida. Al oír que deben sentarse, se miran preocupados porque temen ensuciar
sus vestimentas. Merlín los exhorta: “¡Ni modo hermanos, a sentarse todos!”
El Iniciado mueve la cabeza: ¡Cuanta importancia le dan a lo superficial!
Piensa: “Tendrán que aprender el valor de la naturaleza y desearán, entonces,
estar desnudos”. Les indica que deben guardar
silencio y con los ojos cerrados. Los alumnos se preguntan: ¿Cuál es la
diferencia con los demás días? Al parecer, empiezan a trabajar igual que en
las demás sesiones. Respiran tres veces, profundamente, y exhalan con fuerza.
“Primero, deben reconocerse a ustedes mismos para saber la capacidad de su
amor y entrega”, les indica para llevarlos suavemente por la meditación. Ahora, les ordena que van a
respirar y deben aventar toda la energía por sus píes desnudos. Como si
estuviesen las fosas nasales en las plantas de los píes. Deben mentalizar su
nariz en esa parte del cuerpo. El esfuerzo mental aunado a la combustión
pulmonar genera un dulce calor corporal. Los aspirantes, sin saberlo, ya
están en los primeros pasos de su Iniciación. Cuando Irvin anuncia: “Maestro,
siento un leve mareo”, el Maestro ordena que cambien el ritmo respiratorio.
Debe aspirar en siete tiempos, como si jalaran el aire en forma entrecortada.
Se llenan los pulmones y se detiene siete tiempos para exhalar con fuerza en
siete tiempos, hasta vaciar los alvéolos pulmonares. El ejercicio genera energía que
fluye por todo el cuerpo y converge por los píes con la Madre Tierra. Unos
sienten como si se encontrase un imán poderoso en sus píes y que les jala,
otros un bamboleo involuntario. ¡Se ha conectado la fuerza interna de los
aprendices con la energía terrena! Aquí, el indogermánico los
conduce a una reflexión y a verse ellos mismos en su forma de pensamiento:
“¡Llámense por su nombre! ¡Búsquense!” Se oyen gritos confusos porque cada uno
de los adeptos pronuncia su nombre y conforme van encontrando su imagen,
guardan un profundo silencio para empezar a analizarse como si estuvieran
frente a un espejo. Merlín apunta que a pesar del
rígido ayuno de siete días previos al ejercicio, se sienten contentos y
llenos de vida. Desaparece la sensación del hambre. Se visualizan en el
interior de la tierra y les embarga un ánimo agradable y confortable. Les
inunda la necesidad de reírse por la inmensa alegría que les embarga. Del fondo de su
ser, aflora la voz interna de Irvin: “Es el momento de una reflexión profunda
y verdadera, en donde el compromiso con la verdad y con nosotros mismos, es
el único que cuenta. ¡Hermana Tierra! Hoy reconozco el poder que emana tu
corazón y que fluye a través de mí, haciendo me sentir gozo y vida”. “¡Sintamos!
¡Vivamos esta energía que fluye con tanta fuerza! Identifiquemos la vibración
de la tierra, ese movimiento imperceptible y que antes habíamos ignorado”,
alienta el candidato al mismo tiempo que pasa del mareo al vértigo placentero
y ajeno al miedo. Irvin toca la
videncia: observa el centro de la tierra en forma incandescente con su rojo
de fuego. Después, mira cómo
atraviesa el planeta de un campo a otro, como si dos dimensiones se
sobrepusieran y empieza a obscurecerse el centro terreno hasta quedar como un
metal opaco y negro. Fue interrumpido
por la voz del Maestro Iniciado: “¡Hermanos! Todos aquellos que deciden tomar
el camino de la Verdad, de buscar los
senderos del conocimiento son hermanos nuestros”. En silencio, los aprendices
piensan que pasan cosas raras: Solamente
Irvin había hablado. ¿ Por qué se dirigía en plural? Obedientes, siguen
las indicaciones del Guía. Deben reconciliarse con la Tierra: Pedirle perdón
por todo el daño que le hubiesen provocado personalmente y por la humanidad y
animal cualquiera. Reconocer su poder de vida, su fuerza de vida, ya que en
ella se encuentra el alimento, el agua, el calor y todo lo que habita su faz.
Y solicitarle un abrazo de vida y su poder para continuar en el planeta. Es un encuentro muy
profundo. Sus pies están muy calientes y se siente mucho calor en todo el
cuerpo. Más, cuando logran reconciliarse con la tierra, llega una brisa refrescante del mismo bosque
húmedo por el lago que les acaricia. Es inevitable el dar gracias por la
manifestación del amor de la anfitriona. Las respiraciones
entrecortadas no se han suspendido. Será el cuerpo el que indique el momento
de suspender el ejercicio ya que deben acelerarse hasta sentir la necesidad
de gritar de felicidad por la fuerza que se recibe. Por fin, se detiene el
aire en los pulmones y lo exhalan fuertemente. Se desvanecen en los brazos
amorosos de la tierra que es propiedad de ella misma y de nadie más. Exhaustos, se
relajan y dejan que fluya toda la energía por sus células y pensamientos.
Disfrutan el compartir el poder de la vida. Después, el Maestro les indica
que respiren profundamente tres veces y muevan la cabeza en círculos. Es la
hora de responder preguntas y ahondar en el intercambio de experiencias. Si el pasto estaba
frío, ¿por qué se sintió calor en los pies? La explicación de Hebert es que
la mezcla de energías, la corporal con la terrena, asemeja a la combinación
de la sal con el agua. Era como un enlace químico y se generó ese calor. Los movimientos de bamboleo fue
el contacto real con la tierra que siempre está en actividad, es como si
fuesen unos granos más junto a ella. A la necesidad
individual de respirar en forma rápida respondió al contacto energético por
medio del éxtasis interno. Y explica que se dirigió en plural a los hermanos,
porque muchos están dando la Enseñanza en todos los rincones del mundo hasta
que llegue el momento en que todos se reconocerán. Descifra la
videncia de Irvin: “ Llegará, hermano, el momento en que el centro de la tierra
parecerá que se enfría por completo. Será el momento del cambio. Un cambio
brusco pero al mismo tiempo de evolución y vida nueva. Será el fin de los
tiempos. Vendrán situaciones muy fuertes y difíciles, pero hoy disfrutemos el
momento “, les dice. Posponer la explicación de lo que acontecerá en el Universo y la tierra en particular, es aceptado por los aspirantes a la Iniciación. Ha sido una vivencia tan agradable al sentirse parte del mismo mundo que es difícil pensar en que se enfriará algún día: “Su poder es inagotable”, comentan entre ellos. VII.- El Yo Interno y su Poder Oculto IX.-Los
Elementales y su Poder de Vida Página
de Inicio Su comentario |
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
Porque
Usted es digno de la mejor información, por el precio de 10 reciba 12 números
de Arcano. Para su comodidad puede hacer un depósito o
transferencia bancaria a nombre de EDITORIAL LA CASA DE ORIÓN, S. A. DE C.
V., en Banca Serfín en la cuenta número: 09073152858, sucursal 090063 ERMITA
o si prefiere BANAMEX a la cuenta número 00193211688 Sucursal 4739 ERMITA.
También puede comprar en el correo de su localidad un Giro Postal a nombre de
EDITORIAL LA CASA DE ORION, S. A. DE C. V. Confirme su pago vía fax: 85 89 11 51 o por correo a nuestras
oficinas: Lerdo 284 C, Depto. 1212, Unidad Nonoalco Tlatelolco, 06900,
México, D. F. Teléfono: 85 89 11 50 para que podamos incluirle inmediatamente
en nuestra lista de suscriptores. |