Del Archivo

de Merlín

 

 


Se encuentran reunidos en el aula de los Principiantes, los Hermanos Mayores. Han detectado aires fríos que atraviesan sin que tengan justificación para ello. Así que, deseando tomar precauciones, se disponen a buscar en los puntos cardinales que corresponden a la entrada del flujo de las energías para los ensayos.

Estando Merlín al Oriente, comienza a guiar al resto del grupo. Todos están dispuestos con los Principios con los que han sido iniciados, así que en este ejercicio no requieren de la guía de introducción, como en el caso de los Principiantes, sino que son conducidos en unidad.

Comienza a hablar Merlín: "Proyectemos del centro, la fuente de luz dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales, para cristificar este recinto". Espera el tiempo necesario hasta que fluye un campo de energía que los mueve como si fuera un leve temblor.

Prosigue el Mago: "Ahora, hermanos, debemos de detectar por donde de encuentra la fuga de energía y al mismo tiempo puerta de entrada a negatividad".

Cuando los hermanos mentalizan la instrucción, se siente en el ambiente una especie de calor confortable. Pero por la zona Norte, Ralph, que se encuentra en ese punto cardinal, señala: "Es aire frío que corre por mis píes y se enreda por mi cuerpo sin que logre visualizarlo, pero es muy fuerte y me inhibe a alcanzar la respiración".

Merlín guía al hermano para que este pueda detectar la presencia: "¡Sin temor, hermano! No tengáis miedo. Recuerda que el miedo nos debilita y al mismo tiempo alimenta las fuerzas negativas". Ralph le responde: "No es miedo, la fuerza de esta energía me somete queriendo gobernar mi voluntad".

Añade: "Es una sensación que no me agrada. Me hace sentir irritable, pero sé que no soy yo".

Merlín es prudente. Darle entrada a la presencia es poner en riesgo a su hermano, así que con ayuda de los demás cofrades se dispone a trabajar: "Hermanos enlacemos nuestra mente y nuestro corazón para inhibir esta fuerza que busca someter la voluntad". Los condiscípulos, de inmediato se enlazan. ¡No es momento de preguntar, solo de seguir las indicaciones!

Ya enlazados, Merlín los dirige a proyectar la mente al Norte para observar qué era lo que buscaba someter a Ralph. Irvin, de inmediato lo alcanza a detectar: "Es un cuerpo muy delgado de mujer el que se enreda entre sus piernas. La cabeza parece de serpiente, tiene cabello largo, pero es clara su piel escamosa. ¿Qué es esto? ¡No comprendo! ¿Qué especie de presencia es?"

Merlín que está tan acostumbrado a ver toda especie de monstruos, no se altera en lo más mínimo y le indica de inmediato a Irvin: "No la pierdas y capta su intensión. No dejes que se esconda, paralízala en tu visión. Recuerda que somos más fuertes y el poder, en este momento, está en ti".

Mientras tanto, Ralph siente sudoraciones frías y picazón por todo su cuerpo, pero trata de controlarse para que esta presencia no lo venza, generando paz, amor y luz. Solo siente que se aparta, más no que se desprenda y se pregunta: "¿Cómo habrá llegado esto a este recinto Sagrado? Solo pudo haber entrado a través de los hermanos".

Las interrogantes abundan: "¿Quién traería esto?" Sin que lo espere, alcanza a ver el rostro de una mujer y que altiva, lo reta, pero él se mantiene generando paz, amor y luz. ¡No va a caer en el juego! Y se dice: "Puede ser una trampa".

Al mismo tiempo, Irvin, capta la misma imagen de su hermano y se lo comenta de inmediato al Maestro: "¡Es una mujer que ha enviado a esta fuerza negativa! Y comenta que: "No le importa hacer lo que sea por conseguir lo que desea. No es una mujer bella, pero si demuestra mucha inteligencia y esa presencia es la misma imagen de la envidia. Se ha enterado de que a nosotros han venido jóvenes mujeres a la Enseñanza".

¡Esa es la causa! Precisa: "Está muy dolida por eso. Nos acusa de invadir su territorio y de ahí su fiereza".

Merlín reacciona de inmediato hacia Ralph: "Atraviese la presencia. ¡Rápido!" Ralph, que siente su cuerpo adormecido por estar sosteniendo tanto tiempo esta fuerza, de inmediato respira con efectos diamante para desprenderse de la presencia y poder cruzarla. Estas respiraciones provocan que el campo de energía proyecte las vibraciones como si destellara una estrella.

Cuando lo logra, avienta un haz de luz de forma de pensamiento para atravesar el corazón de la presencia.

Mientras el Hermano Mayor trabaja, Irvin está observando a la mujer vestida ya como sacerdotisa. Por el color de su vestimenta, reconoce que es de alto rango. El púrpura es en ese momento, lo que más resalta en la visualización y no duda que sea una mujer fuerte y por lo mismo, la presencia que envió, también lo sea.

En eso, mira como la mujer se dobla y comenta: "¡Maestro! ¡Se está doblando! ¡La alcanzó a tocar nuestro hermano!" Y observa como se desprende la presencia y sale del recinto. "¡Ha salido, Maestro! Y la mujer ha desaparecido", dice y Merlín se siente satisfecho por el trabajo que han llevado en conjunto, unidos en el amor lograron vencer fácilmente, por esta ocasión.

El Guía, precavido, propone a los hermanos liberar quantums de amor para armoniza todo el recinto y cerrar cualquier canal de entrada. "Con estas respiraciones cuánticas, se llega al éxtasis del amor y el cubrir con esa energía, se protege el lugar y la entrada a fuerzas obscuras", explica el Maestro.

Terminan su trabajo. Cierran con cánticos para llenarse de vigor a pesar de todo, fue sencillo, la energía que gastaron sí fue de consideración y quedaron todos hambrientos, por lo que se dirigen al comedor.

En el camino, Ralph le pregunta a Merlín de sí tiene idea de quién pudiera ser esta mujer y "¿cómo es que osa enviar fuerzas obscuras a nuestra hermandad? ¿Qué pretende con esas acciones?" El Iniciado le responde: "Tengo por sabido, de la sacerdotisa que se encuentra en las lejanías del reino, a orillas del mar, pero nunca he tenido un enfrentamiento con ella y su fuerza radica en su inteligencia y no en su poder mismo, pero se auxilia de las fuerzas obscuras para obtener lo que desea".

Menciona: "¡Nunca me había retado! Hoy fue la primera vez".

Irvin interviene en la conversación: "Se notaba en su furia, que lo envidia en sobremanera. Yo creo que su malestar no es tanto porque vengan las jóvenes mujeres, sino que a ella le gustaría su lugar, Maestro. Enfrentar a nuestra hermandad despertaría inquietud y desarmonía al grado que pudiera destruirse".

Reflexiona: "Es fuerte su envidia pero también su ambición de fama y poder. Hay que destruirla". Ralph interviene: "¡Sí, Maestro! Se nota que es malévola y que no es coincidencial su actitud, pero en este momento, en que vuestro nombre ha cruzado barreras y distancias, la codicia de los magos por tener un recinto igual, se vuelve peligroso para nosotros. Y si dejamos que esta mujer avance, provocaremos debilidad en la hermandad".

Indica que "esto generaría que su propia maldad se riegue entre nosotros. Esa presencia, busca irritarme y hubo momentos en que casi lo logra, ya que sentía los deseos de pelear en contra de ustedes".

Irvin argumenta: "¿Se imagina, Maestro, que esta energía hubiese atrapado a uno de nuestros pequeños jóvenes? Sería una puerta de contaminación para los demás hermanos. ¡Estoy de acuerdo en que hay que destruirla!"

Merlí, les escucha. Está muy pensativo. Ralph le observa y le anima: "Maestro. No debe de inquietarse. Debemos de estudiar bien el caso, pero es cierto lo que comenta Irvin y si en este momento no lo detenemos a fondo, puede ser mal augurio para nuestra Hermandad que apenas comienza: Desuniéndola cuando aun no se ha unido. ¡Hay que destruirla!"

Merlín suspira y le responde: "Es que no solamente la destruiríamos, sino que iría a dar a la misma muerte. Su maldad es tanta que al destruir su maldad la destruimos a ella misma. No podemos dejar que avance, pero tampoco puedo dejárselos a ustedes, porque es a mí a quien le corresponde enfrentarla".

Irvin se muestra inquieto: "Debemos de recordar, Maestro, que el cuidado de una buena siembra está también en erradicar la yerba mala".

El Alquimista lo acepta: "¡Cierto es lo que dice mi hermano! Hay quien no mide las consecuencias de sus ambiciones y los lleva a la perdición, como a esta mujer." Respira profundo y expresa: "Me prepararé para enfrentarla. Ahora, dispongámonos a ir a cenar".

Irvin le hace una señal a Ralph para comentar en voz baja: "No lo veo muy convencido. Hay que cuidarle, no sea que esta mujer ya le haya atacado a nuestro Maestro sin que nos hubiésemos dado cuenta. Lo veo indeciso para actuar en desterrar el mal". El interlocutor responde: "Tienes razón. En ocasiones, antes de enfrentarte, te debilitan congraciándote hacia ellos, y en forma sutil pero muy acertada, que cuando te atacan, dudas mucho que pudieran ser en realidad, tus enemigos".

Apunta: "¡Y sí esto ya pasó con Merlín, debemos ayudarle! A veces las cosas son muy claras pero la forma en que se dirigen estas maldades, te impiden ver y si es una mujer, ¡cuidado con la ambición y la codicia!"

Irvin afirma con la cabeza y añade: "Pues en los hombres también se da, así que no te descargue solo en las mujeres". Ralph argumenta que: "No es nada personal, pero el poder de gestar en la mujer es lo que hace que sea siempre más en todo que no lo sepan usar es muy diferente a que no lo tenga. Ya ves como protestan aquí las jóvenes, si las discriminamos y no entienden de la igualdad entre nosotros, es como de hermanos pero nuestros niveles y capacidades distinguirán de unos y de los otros. Se cierran a sentirse discriminadas".

Indica: "Hay que recordar que la creación divina no se equivocó en hacer las distinciones morfológicas y por más que quieran eso siempre nos hará desiguales. En fin".

Irvin menciona: "Tienes razón. Pero, en este momento, sea hombre o sea mujer, hay que destruirlo. La maldad no tiene sexo y debemos ayudar a nuestro venerable Maestro a evitar que quede atrapado por el influjo de esta ambiciosa mujer".

Merlín los ha estado observando en espera de que vayan a sentarse para disponerse a cenar, así que, brincándose el protocolo, cuando se dan cuenta, él está comiendo y Ralph comenta: "El Maestro se olvidó de las igualdades y míralo, muy contento, cenando, está sin nosotros". Irvin le da una palmada en el hombro y le induce: "¡Pues que esperamos! Vayamos con él".


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