Del Archivo

de Merlín

 


Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ

* Invasión en el Reino de Gales

* Merlín en una paradoja

Ha llegado un mensajero al Reino de Gales, llevando información sobre los últimos acontecimientos del momento en las inmediaciones de la Gran Bretaña, que generan la alarma general y el repudio de los aldeanos, ya que sobrecogen al corazón por lo espantoso de la narración: Se registraron ejecuciones de brujas y brujos, que fueron quemados vivos.

Se escucha una voz entre la muchedumbre: "¿Y por qué los quemaron?" La respuesta fue rápida: "Los cristianos están en contra de ellos y todo aquél que no acepte a su dios, es condenado a perecer en la hoguera". Todos se sobresaltan: "¿Pero, cómo es posible eso? ¿En qué atacamos a su dios? ¡Nuestros dioses no se ofenden con los suyos!"

Surge otra voz fuerte: "¡No vamos a aceptar a su dios muerto en una cruz! No debemos de permitirlo" y en una sola voz se escuchan todos: "¡No hay que permitirlo! ¡No! ¡No dejemos que quemen a nuestros brujos".

Es tanta la exhaltación que quieren irse en contra del mensajero que les llevó la noticia. Se pregunta. ¿Cómo es posible tanta infamia? ¡Quieren espantarnos para cobrar tributos!"

El mensajero acepta el último comentario: "Es cierto. En los otros reinos del sur, han llegado las noticias de que han tomado las tierras de los campesinos y cobran tributo para ser perdonados sus pecados. Es algo peor que los mismos reyes. Ellos, nuestros monarcas, tienen derecho porque son nuestros reyes que nos defienden del enemigo."

Indica que los emisarios de la nueva religión, se han dedicado únicamente a construir nuevos templos que les llaman monasterios "inmensos y que son exclusivos para los nobles y no permiten la entrada al pueblo. Imponen a un dios que está muerto y sangrante en una cruz y hablan del pecado: Que si no alabamos a ese dios, pecamos y si pagamos tributo nos perdonará y ganaremos terreno en el cielo".

Los escuchas miran al cielo extrañados. Su ignorancia es tanta que sus comentarios, al mismo tiempo, son inocentes: "Entonces, allá en el cielo, también se puede vivir. ¿Se podrá sembrar? ¿Cómo su dios puede hacer eso?"

Comenta el mensajero: "Pues dicen que su dios está en el cielo y que desde allá nos mira y que se enoja mucho si no pagamos tributo aunque quedemos sin comer y nos amenazan con que nos hará sufrir". Palabras que generan comentarios encontrados entre los oídores que intentan opinar con base en sus propias experiencias.

Efectivamente, se encontraban con el Rey Arturo unos emisarios católicos, buscando alianzas políticas con beneficios económicos, bajo la figura de ofrecer protección y fortalecimiento al Reino, ya que de lo contrario, se enfrentaría a la lucha quedando el Reino en posesión del clero.

Arturo, en donde sus principios no eran precisamente católicos, se encuentra en un predicamento, ya que un enfrentamiento con ellos, sabía muy bien que era la ruina. La región de Gales era una isla en medio de cuatro reinos que cayeron en la ambición del poder que les ofrecieron en donde se incluye la expansión sangrienta para acumular mayor riqueza por medio del despojo y muerte de los legítimos propietarios.

El Monarca tenía noticias fidedignas de la historia de Constantino I, llamado el Grande, que era en sí misma una amenaza, ya que se hizo Emperador de Roma a la muerte de sus padres y su victoria frente a Majencio en el 313 a las puertas de Roma, fue el triunfo militar del cristianismo que se proclamó como religión universal en el Concilio de Nicea en el año 325.

Se trataba, entonces, de una invitación sin alternativa para su pequeño reino. En una forma pacífica y amistosa, Arturo concibió una próxima entrevista con el representante del Papa Gregorio I El Magno que anunciaba la reforma de la liturgia al mismo tiempo que se entusiasma con la evangelización de la Gran Bretaña para consolidar la nueva religión bajo el Imperio Romano.

Esto conlleva para Arturo, perder parte de la independencia de su reino, ya que quedaría bajo las órdenes del clero y enfrentarlos no era más que esclavizar a su pueblo. Habría de llegar a un buen convenio. Solicitó, entonces, le dejaran las propuestas "para poder estudiarlas con el Consejo Real".

Le daban la oportunidad de desechar y modificar las propuestas, pero tenía que, finalmente, aceptar la evangelización. Definitivamente no es un trato muy abierto. ¡Arturo adoraba a sus dioses y los elevados Principios de la Mesa Redonda! De ahí que decide pedir el tiempo necesario para preparar sus modificaciones a las propuestas.

Despide a los representantes del Papa y con gesto preocupado, se dirige al recinto de la Mesa Redonda en donde los Caballeros ya le esperan con inquietud para conocer el resultado de la reunión del Monarca.

Al lado de los Consejeros Reales se encuentra ya Merlín, consternado por el olor a guerra santa que se respira en el ambiente con los sonidos de los tambores que anuncian la invasión militar.

"¡Estamos sitiados!", es el comentario directo de Arturo, "enfrentarlos sería la muerte para todos. Saben muy bien que no tenemos opciones. En sus propuestas, lo único que hablan es de tributo a cambio de indulgencias en el cielo. ¡Se burlan de nosotros y de nuestros dioses!"

Los dioses de Gales son los mismos que los escandinavos: Ur del mar, Thor del viento y del relámpago, Agni de la fertilidad, Uta del fuego, a los cuales veneraban con ofrendas y rituales sencillos.

Solo existía un dios al cual le temían mucho, porque era el de la muerte y cuando era ofendido, se le ofrecían sacrificios para impedir que su ira cayera sobre ellos. Esto lo relacionaban especialmente cuando llegaban las plagas y ofrecían la ofrenda del sacrificio para poder ser perdonados.

Desconocían el concepto del Pecado y se regían por Principios muy sencillos: El Honor y la Dignidad. El concepto Adulterio no era marcado por ellos como en la propuesta nueva religión denominada católica, ya que quedaba, incluso, en la Dignidad y su elemento contrario: Indigno. Sin embargo, no puede decirse que sea un pueblo bárbaro sino más bien inocentes e ignorantes.

Para ellos, el concepto de Maldad únicamente se limita al miedo a la muerte o a la desventura de quedar marcados por una enfermedad, a diferencia del Cristianismo que habla del mal representado por el Demonio. ¡La diferencia entre las creencias, e extrema! Pero finalmente, convergen en el principio sometedor, quedando el pobre indefenso y dependiente de las leyes que tradicionalmente benefician al rico y único depositario de la Ley.

Ya que los ilustres solo pueden darse en la nobleza y los sectarios, quedando la ignorancia a favor de los gobernantes.

Merlín mira al Rey Arturo por primera vez en su mayor pequeñez. ¡Sabía que iba a aceptar y que se perderían las raíces de sus creencias. "¡Llegará el águila volando, dispuesta a posarse en este Reino! Con una cruz sangrante para ser amada y enriquecida por nuestro pueblo".

El sonido de su voz fuerte obliga a que todos los presentes voltean a verle sorprendidos y Arturo le interroga: "¿Qué es lo que propones, entonces? Enfrentarnos a ellos no es la solución. ¡Perderíamos más! Teniendo sus propuestas, debemos ubicar lo más favorable para nosotros y el pueblo, de una manera digna y honorable, guardando siempre la salud y la vida".

A una sola voz, todos respaldan al Monarca: "¡Sí! ¡Todos estamos de acuerdo!" Merlín asienta con la cabeza. En verdad se carece de opción alguna pero, el Iniciado puede visualizar el terror en el reino.

"¿A qué es a lo que le temes, Merlín?", es la pregunta en coro y Sir William añade: "¡Te observamos con demasiada aflicción! Dentro de las propuestas veremos que no haya persecuciones y el culto sea libre. ¡Podemos solicitarlo! Esa es la flexibilidad de su dios: Que podemos llegar a acuerdos con ellos. Así que pediremos que sean evangelizados solamente aquellos que lo acepten y el pago del tributo será para todo el pueblo, como ellos lo piden".

Arturo interviene: "Es un dios que gusta de la riqueza, ya que si pagan tributo no se les obliga a venerarlo y se le respetan sus vidas. Eso se encuentra dentro de las propuestas y podemos aplicarlo con nosotros. Ellos lo proyectan como un dios benévolo por las concesiones pero el pago es relevante, parece ser que es lo único en donde no hay flexibilidad".

Menciona que "debemos, ahora, analizar lo relacionado con las tierras. Nos están solicitando grandes extensiones para edificar sus monasterios".

Merlín solicita se respete el bosque pero los demás no están de acuerdo, ya que las tierras cultivables no las desean concesionarlas y el bosque no es cultivable por lo que representaría pérdidas mínimas. De hecho, nadie parece estar dispuesto a ceder sus propiedades así que llegan al acuerdo de un debate de Caballeros: Permitiría distracción y con honor se cederían las tierras.

El riesgo, es alto para el potencial perdedor, ya que tendría que ceder todas sus tierras y por ello, representa el nacimiento de nuevos enemigos del Rey. Todos aceptaron bajo el juramento de la Lealtad al Monarca y la unidad del reino.

Aun falta saber el porcentaje de los tributos y se encontraron con el Diezmo: "¡La Décima parte de lo que a cada uno pertenece!", informa el Rey lo que incomoda a los presentes: "¡Pero, cómo! ¡Eso no es posible! Es demasiado, es como quedarnos sin nada para cubrir nuestra demanda".

Arturo intenta tranquilizarlos al mencionar que "el Diezmo podemos pagarlo con parte de cosecha, de animales. ¡No todo debe de ser en oro! Así que debemos de analizar bien todo lo relacionado con este Diezmo y establecer los periodos en que será pagado. Según esto, es un Diezmo anual".

Uno de ellos reflexiona: "¡Claro! Es anual, pero no de un día sino de la riqueza anual. ¿Cuántos somos aquí?" Responde que doce y el de la voz indica: "O sea que, cada uno de nosotros debe otorgar un Diezmo anual más el del pueblo que es el del Reino, ¿a cuánto equivale entonces?

Evalúa: "¡Es inmensa la riqueza que se va a otorgar por impedir la muerte, de ahí que sea ese dios ensangrentado en una cruz. ¡Eso es lo que hacen con todos aquellos a los que aceptan a ese dios: Ensagrentarlos con sus diezmos! ¡Por eso es un dios de sangre! Mala hora en el momento en que llegó. ¿Qué tipo de dios es este? Habla de indulgencias mientras matan en su nombre".

Todos están consternados ante la realidad palpable de las propuestas disfrazadas de generosas. Merlín, está sumamente callado. Sabe que el fin se aproxima y recluirse en las montañas por siempre, era su sino, pero mientras, ¡pudiera estar con los suyos! ¡Ahí lo iban a encontrar!


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