Del Archivo

de Merlín

 


Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ<

* El Miedo a Morir

* Renacimiento del Espíritu Santo

Dos jóvenes adeptos de Merlín pasean por los jardines del Monasterio, disfrutando del aire fresco vespertino en un momento de descanso en que aprovechan para compartir sus recientes experiencias en la Enseñanza que, piensan, ha entrado en una etapa crucial para el crecimiento interno de cada uno de los Hermanos.

Iván comenta que ha hecho sus ensayos respecto al miedo: "Fíjate Fernando, no he podido entrar como yo esperaba. ¡Me ha sido difícil encontrar la causa del miedo como nos lo ha solicitado el Maestro Merlín! Cada vez que lo intento pues, entran pensamientos como el de la inseguridad, la angustia, o imágenes del pasado. Pero no siento nada con lo que yo pueda determinar la verdadera causa".

Reflexiona: "¡Creo que estoy estancado! Algo muy Fuerte ha de ser por lo que me niego a soltar el miedo. ¿Tú ya lograste liberarlo? ¿Has logrado que fluya en tu entorno como lo indicó el Maestro?" El interlocutor responde satisfecho: "¡Creo que sí, mi Querido Hermano!" Le cuestiona: "Y ¿cómo aconteció todo esto? ¿Qué fue lo que sentiste?"

Fernando guarda silencio unos segundos y expone: "Primero, seguí fielmente las instrucciones sobre ir limpiando mi cuerpo con mucha luz y sentía como se me desprendían costras y en otras ocasiones sentía piquetes o mareos, hasta que llegué a los píes como lo indicaba el ensayo. ¡De todo el cuerpo se desprendían energías! Yo mismo me sorprendía de los efectos, hasta que escuché una voz que me dijo que ya el miedo flotaba en mi entorno, por eso creo que estoy bien".

En los ojos de Iván emerge la tristeza al expresar: "Yo no sentí nada. ¡No pude tampoco visualizarme! Todo era obscuro pero no sentí miedo. No sé que deducir de esto. Solo era razonar por mi propia cuenta y recuerdos vagos como te lo dije anteriormente".

A los comentarios escuchados, Fernando sugiere: "Recuerda que todo hay que hacerlo con el corazón dispuesto al liberarnos. Recuerda que si estamos presionados no fluye. ¡Deben de ser momentos totales de entrega!"

Su interlocutor responde: "Quizás tengas razón. Voy a buscar un horario en que me sienta tranquilo porque sí estoy deseoso de romper con el miedo y tenemos que ser pacientes también con nosotros mismos".

Ha llegado el momento de ir a clase. Los dos jóvenes se encaminan por la vereda oriental con destino a los salones de la Enseñanza. Saben que los ensayos no se deben de detener. Ya ubicados todos los Aprendices en sus lugares, Merlín les saluda: "Que la paz y el amor estén en sus corazones".

Prosigue: "Hoy, Hermanos, continuamos con el miedo. Como les comenté anteriormente, el miedo puede enmascararse y encubrirse de tal manera que no se deje ver la verdadera causa, así que comenzaremos nuevamente, para que logremos expulsarlo por completo. Respirando tres veces, unificando el Ser: Mente, Corazón, Consciencia".

Todos siguen al Maestro en la Apertura de los Trabajos: "¡No hay nada que temer! Yo estoy aquí para cuidarles. Van a visualizar la palabra Miedo. ¡Solamente hay que visualizarla! Dejando fluir la luz en su entorno y entonces, nos preguntamos: ¿Cuál es la causa verdadera que creó el miedo en mí? Y así vamos a dejar que la misma palabra miedo se transforme y nos ha de dar la causa".

Les señala: "No tienen que razonar ni generar pensamiento alguno porque bloquearían el ejercicio. ¡Déjenlo fluir para que se pueda manifestar! La palabra miedo deberá convertirse en la palabra que se encadena al miedo". Merlín se espera un tiempo prudente para que los jóvenes fluyan en el ensayo. Tranquilamente los observa a cada uno, cuando nota que uno de los jóvenes empieza a perder color y un sudor fuerte perla su rostro.

Se acerca a él por si se requiere su auxilio, cuando el joven libera un grito lastimero y se desvanece, su respiración es suave, casi imperceptible. A transcurrido tiempo, el resto de los Aprendices están callados trabajando, saben que no deben de suspender sus trabajos con ningún ruido o alarma a solo que lo indique el Guía.

Cuando la respiración del joven se normaliza el Mago retoma su lugar y espera nuevamente para que el ambiente se relaje. Se siente la presión del momento difícil que se ha vivido en ese instante. Cuando en voz alta les indica: "Respiren profundo, respiren profundo, respiren profundo, giren la cabeza al derecho tres veces y a la izquierda tres veces. Eleven sus manos respiren profundo cerrando los puños y exhalen soltando las manos".

Prosigue: "Abran sus ojos, vean sus manos y muévanlas, ahora vean sus pies y muévanlos, muevan su espalda. Acomoden su cuerpo." El Iniciado los mira a todos y les pregunta: "¿Cómo se sienten mis Queridos Hermanos?" Se oyen las voces de una respuesta en coro: "¡Bien, ,muy bien Venerable Maestro!"

Les dice, entonces: "Me gustaría que me platicaran sus experiencias. ¿Cuál fue el eslabón con el miedo?" Un grito uniforme inundó el salón que sorprendió al Iniciado: "¡La Muerte, Maestro!"

Merlín se sentó callado. Los jóvenes se desconciertan al oír a su Maestro: "Qué hermoso! El Padre Creador de los Universos les abre el Conocimiento a sus corazones porque está deseoso de que estén con él". Pregunta nuevamente: "¿Hay alguien que desee comentar su experiencia?" Iván pide la palabra: "¡Yo, Venerable Maestro!"

El Iniciado le expresa: "Coméntenos, entonces, ya que fue bastante fuerte para usted". El Adepto confía: "Debo de ser sincero. Anteriormente, en mis ensayos, no había logrado nada con el miedo. ¡Todo era obscuridad! Pero hoy, al visualizar la palabra miedo no solamente la visualicé sino que ¡sentí el miedo! ¡Sentí un miedo espantoso! Mientras más observaba la palabra miedo, ¡más intensamente lo sentía!"

Respira para continuar: "Y comencé a sentir mucho frío cuando la palabra desapareció y vi un hoyo blancuzco de donde salió la palabra ¡MUERTE!, y perdí el conocimiento, hasta que vi un cuerpo luminoso frente a mi y me dijo: 'La muerte no existe. ¡Mira!' Y observé un cuerpo luminoso que me transmitió paz, amor, confianza".

Prosigue: "Después de esto ya no pude continuar más porque fue cuando usted dio las instrucciones. Me siento liberado y ¡aun hay algo que tengo que hacer! Pero, no sé exactamente qué es. Es cuanto puedo platicar de mi experiencia".

Otro joven también pide la palabra: "Yo, Venerable Maestro, ¡no viví el miedo! Pero me causaba descontrol. Trataba yo de controlar mi interior cuando apareció la palabra ¡MUERTE! , y sentí vacío en mi interior. ¡Fue una sensación desagradable! Pero yo me confirmaba en el valor y conforme me fui tranquilizando en el valor, apareció mi Ser frente a mi y también me dijo lo mismo: 'La Muerte no existe!"

Comenta que en ese momento "me inundó de paz y sentí como un abrazo protector y continúo diciéndome que la Muerte es para los vicios, el desamor y que la transformación es llegar a un renacimiento que se conjunta con el Espíritu de tal manera que trasciende en conjunto con el Universo".

Hay entusiasmo en las palabras al señalar que "el miedo se genera por la falta del Conocimiento de la Verdad del Espíritu, su Potestad que le fue entregada por Dios, que ¡es tan fuerte y justa como no tiene idea el mismo hombre! A eso le tiene miedo el hombre: Al Poder de la Justicia de Dios. Empero, al conjuntarse el hombre a Dios a través del Espíritu, ¡renace a la Vida, renace al Amor, renace a la Virtud".

Expresa que "no hay muerte, solo morirán aquellos que de Dios no hacen vida. Y después escuché su voz Venerable Maestro. Me siento ¡tan lleno de vida, Maestro, que deseo continuar hasta lograr conjuntarme con el Espíritu porque ya no tengo miedo de que mueran mis vicios!"

Del fondo del salón se agita una mano femenina que solicita la voz: "A mi Maestro, me sucedió en forma diferente. ¡Nunca vi la palabra miedo y tampoco vi la palabra muerte! Solamente sentí como una fuerza interna ¡iba fluyendo por todo mi cuerpo y salía de mi cabeza y luego entraba otra fuerza diferente que me llenó de mucha paz y de amor!"

Precisa que era "un amor diferente, ¡tan grande que amé intensamente el estar aquí con todos ustedes, con usted! ¡Amé todo lo que me estaba aconteciendo! Y la voz me dijo que es a esto a lo que le llaman miedo: Morir a la amargura, al vacío, a la desdicha y vivir en el Amor, sin guerras y en Hermandad".

Ella aceptó la sugerencia: "¡Sí! ¡Yo quiero vivir en el Amor! ¡Qué se lleve esas guerras muy lejos! ¡Qué se lleve esas emociones, esos vicios, qué se los llevara lejos! Entonces, la voz me dijo que para lograr eso, necesito purificar mi Ser, ¡perdonando, perdonando de verdad! ¡Comenzando amar de verdad! Invocando al Espíritu Santo, el Espíritu de Amor, el Espíritu de Vida, el Espíritu de Dios en mí y me dijo: 'Y si tú de verdad perdonas, entonces, Él de verdad ya es en ti'.

Hay un tono desesperado en la voz de la adepta: "¡Le pedí que no se fuera! ¡Qué se quedara! ¡Ya que estaba yo muy contenta con él! Y entonces, me respondió: 'Yo Soy de ti y tú de Mí. ¡Vive con Amor y purifica tu ser con el perdón! Entonces seremos Unidad por siempre'. Y escuché su voz Maestro y estoy muy contenta y... ¡los amo!"

Todos querían hablar. Cada experiencia era diferente y Merlín comenta: "Este ha sido un Renacimiento que deben de conservar en sus corazones. ¡No caer está en ustedes! Porque la Muerte verdadera que ¡es la segunda muerte!, es la muerte del Espíritu en nosotros. Y mientras luchemos por amar y perdonar, por mantener la Fe y nos entreguemos a Dios, siempre tendremos ¡la oportunidad de Renacer!"


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