Del Archivo

de Merlín

 


Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ

* Materializar el Poder de la Fe

* La Presencia Divina se Manifiesta

El sol esplendoroso de las 11 de la mañana motiva que los cortesanos de Avalón comenten hoy, los buenos augurios para realizar planes para reactivar la producción agrícola y que el Reino de Gales se encamine al crecimiento económico de los súbditos del Rey Arturo.

Sir William expresa: "El buen tiempo y la recuperación de nuestro amado Rey después de su aventura de buscar el Santo Grial, ofrecen buenas expectativas para todos nosotros". Merlín escucha al aristócrata y tercia: "No olvide mi Hermano, que todo está en el Poder de nuestro Padre Creador. Nada es antes ni después de lo que Él tenga dispuesto".

El noble se incomoda ante la observación y encara al Iniciado: "¡Oh! Aquí está el Poderoso Mago. Y dime; ¿qué es lo que tiene que ver Dios en nuestros planes? ¿Acaso estuvo con nosotros cuando quisieron apoderarse de nuestro Reino? Tú mismo fuiste abandonado y tuviste que refugiarte en el bosque".

Con profundo amor en su firme y penetrante mirada, Merlín alza el índice derecho y señala: "Mi Hermano es presa de la soberbia que le ciega para descubrir los inmensos milagros del Poder infinito de Dios en lo que se consideran cosas cotidianas pero que son tan importantes para preservar el generoso Legado Divino que es la Vida misma".

Prosigue: "Cierto es mi Hermano, que pasamos días difíciles. El Oficio de Tinieblas llegó a nuestras tierras para sembrar la confusión y el dolor por medio del despojo. Más, mi Hermano no debe minimizar que enfrentamos la ambición de poder absoluto de unos hombres que se escudaron en el nombre de Dios para buscar satisfacer su propia vanidad y urgencia de riqueza".

Recuerda que en ese tiempo "solicitamos la protección del Padre Creador de los Universos ya que era grande nuestro miedo, incluso a sufrir la muerte. ¿Y acaso nos olvidó? ¡No! ¡Jamás nos abandonó porque fuimos fuertes en la Fe! Y Su Poder se manifestó en nosotros cuando esos ambiciosos partieron de nuestras tierras y respiramos con alivio".

Indica que "el Inmenso Poder de Dios se manifestó en el mismo corazón de nuestro amado Rey, en el momento mismo en que con humildad reconoció y se responsabilizó del error que cometió al caer en la tentación de la ambición de la gloria y fama efímera y al reconciliarse con la misión que nuestro Padre le dio, empezó la reconstrucción del Reino".

Ahora, dice Merlín, "que la infinita generosidad del Padre Creador de los Universos se manifiesta en el buen tiempo para las actividades agrícolas, mi Hermano es víctima de la soberbia y en lugar de alabar el nombre de Dios para agradecer su Bondad pretende ignorar la Divina Presencia de Dios en nuestro Reino".

Dicho esto, el Iniciado prosigue su paso hacia las habitaciones reales mientras los nobles reflexionan las palabras del Consejero Real. Sir William acepta: "Cierto es lo que dice el Mago. La soberbia nos ciega y solamente acudimos a Dios cuando pasamos por situaciones difíciles y nos olvidamos del Todopoderoso cuando estamos bien y atraemos así la desgracia".

Mientras tanto, Merlín toca la puerta del Salón de la Mesa Redonda en donde el Rey Arturo está reunido con los Caballeros. El Monarca expresa: "¡Ah! Mi querido Merlín. Bienvenido sea a esta importante reunión". Se acomoda en la silla dispuesta al lado izquierdo de su Majestad y guarda discreto silencio para escuchar con atención las intervenciones.

Arturo hace un breve repaso para poner al corriente a su Consejero: "Hemos visto que el Padre Creador nos favorece con el clima, pero las arcas reales fueron vaciadas por los arribistas que intentaron despojarnos de nuestro reino y requerimos con urgencia de recursos económicos para poder auxiliar tanto a los nobles como a los agricultores, en la adquisición de granos".

Sir Ernest menciona que tiene algunas conexiones importantes en el Reino de Neustria y que han ofrecido su apoyo financiero a Gales, a lo que el Monarca expresa con júbilo: "¡Bien! Esa es una buena opción" y después de que la votación unánime de los Caballeros aprueba la propuesta de su cofrade, se empieza a detallar la operación.

Aclara Sir Ernest que el Reino de Neustria se encuentra en guerra con el Reino de Austrasia lo que impide que los aristócratas dispuestos a auxiliar a los galeses puedan entregar directamente los créditos y se necesita que se envíe un emisario de absoluta confianza a recogerlos y llevarlos a su destino.

Enviar a un Caballero generaría malos entendidos al grado de poner en riesgo la estabilidad del Reino de Gales, porque podría pensarse que se empieza a explorar la posibilidad de participar en la guerra. Por el lado diplomático se presentan condiciones adversas, ya que se podría interpretar que es Arturo el que financia a Neustria en su conlficto.

"Y, ¿si es un hombre de Dios? No habría confusión alguna", sugiere Sir Charles y todos voltean a mirar a Merlín y en coro señalan: "¡Eres el indicado!" Ante la negativa con la cabeza de Merlín, Arturo agrega: "¿Quién más podría ser? Lo importante de la misión requiere que sea un hombre con la Protección Divina para alcanzar el éxito y servir al Reino".

El Rey mencionó la palabra clave para motivar al Iniciado: ¡Servir! Merlín piensa: "Si ésta es tu Voluntad, Padre mío, ¿quién soy yo para oponerme? Tu siervo soy y a Ti me entrego en cuerpo, alma y espíritu". Dice: "Dispuesto estoy a servir a Dios y a mi Rey", lo que genera la alegría entre los Caballeros de la Mesa Redonda y entran a los detalles de la misión.

Por la noche, Merlín se despide de Irvin y sale con destino a la costa para tomar una barca y cruzar el mar. El trayecto se presentó sin contratiempos y al llegar a la ciudad, se hospeda en un mesón discreto. Descansa unas horas y sale a buscar a Francois, un comerciante que maneja los intereses financieros de la familia Martell. No le encuentra y le deja un mensaje.

Al regresar a sus habitaciones, Merlín repasa los acontecimientos y concluye que Francois sí estaba en el lugar pero se negó a recibirle: "No debo pensar mal de esa persona. Seguramente estaba muy ocupado y en su momento me entrevistaré con él", piensa al momento de dirigirse al comedor para ingerir sus alimentos.

Por la noche, un joven toca la puerta de su habitación y le entrega un mensaje. Merlín lo abre y lee: "Ofrezco mis sinceras disculpas por no haberle recibido, pero me encontraba disponiendo los asuntos de mi comercio, que como usted sabe, por la situación actual es un poco complicado. Le espero mañana cuando el sol esté en nuestra cabeza".

El bullicio de la taberna del mesón impide que el Mago pueda conciliar el sueño y se sienta en la orilla de la cama para repasar el mensaje y piensa: "El argumento es real pero no es suficiente para explicar su negativa a verme, ya que serían escasos minutos los que le quitaría para confirmar nuestra relación. Es extraño el comportamiento".

A la hora fijada, Merlín se presenta en el comercio y un trabajador le informa que el dueño tuvo que salir inesperadamente pero que dejó dicho que se comunicaría más tarde para establecer una nueva reunión. El Iniciado se pregunta en su interior: "¿Qué es lo que sucede? Ayer estaba ocupado y hoy tiene que salir sorpresivamente. No entiendo".

Regresa al mesón y por la tarde recibe un nuevo mensaje: "Realmente estoy muy apenado con usted, pero espero que comprenda el momento que vivimos y por eso mismo, considero que es mejor que nos veamos por la noche para concluir nuestro negocio. Le espero en una casa que se encuentra a cinco millas por la salida del norte. Ahí podremos trabajar sin molestia alguna".

¡No cabe duda alguna! El comportamiento del hombre es totalmente extraño. Y al sentir un vuelco en el corazón, surge la duda de ir o rechazar la hora y el lugar de reunión, pero recuerda la importancia de que se concluya la misión que aceptó por libre y espontánea voluntad y le dice al mensajero que estará en el lugar señalado.

Al cerrar la puerta, Merlín se sienta en el piso y empieza a orar: "¡Padre! ¡Padre! ¡Padre! No sé porque siento este desasosiego en mi corazón. ¡Todo es tan extraño! Padre, Bendito sea tu Nombre y al confirmarme en la entrega absoluta a tu servicio, pido tu Protección. Que las alas de tus ángeles me hagan invisible a mis enemigos y desechen la traición y el engaño".

Es tanta la vehemencia del Iniciado que al quedar en reposo con los ojos cerrados, observa como aparece una mano inmensa que brilla de color dorado y detiene a un grupo de personas mal encaradas de vestimentas raídas que portan arcos, lanzas y espadas mientras que un haz de luz plateada llega del cosmos y penetra por su corona hasta inundar todo su cuerpo.

Siente tranquilidad y observa como se aleja una cruz del martirio y se llena de luz blanca todo su entorno. "Gracias Padre Bendito. Me reconozco como tu hijo y sé que nada puede tocarme porque Tú estás conmigo". Se levanta con la determinación de acudir a la sospechosa cita que le dieron.

La noche es fría y con bruma espesa. Merlín camina por el sendero indicado y a la distancia observa la casa señalada. Distingue sobre los árboles a unos arqueros que se encuentran profundamente dormidos. En el ático están cuatro hombres con espadas desenvainadas pero disfrutan un sueño profundo.

Abre la puerta y encuentra al joven mensajero con la sorpresa y el miedo reflejados en el rostro desencajado y le entrega un papel escrito y sale sin esperar respuesta: "Por seguridad me vi obligado a suspender la reunión. Espero que comprenda que es por su interés que tuve que hacerlo. Mañana me comunicó con usted para fijar la reunión".

Merlín está molesto. En su retorno al mesón analiza los acontecimientos y sus sospechas se confirman al llegar a donde se encuentra hospedado. Dos hombres que han bebido demasiado vino comentan: "¡No entiendo como es qué me dormí!" Responde el otro: "Yo tampoco, pero si es cierto que nuestro jefe está muy enojado con nosotros".

El interlocutor explica: "Y tiene razón. Un trabajo tan simple y no pudimos hacerlo. ¿Cuántas veces no hemos enfrentado a varios hombres armados y cumplimos? Y ahora que se trataba de un solo hombre y desarmado, simplemente nos dormimos y ni siquiera vimos cuando llegó y se marchó. El jefe ha perdido mucho dinero y seguramente nos castigará".

Para Merlín ¡ya no hay duda alguna! Francois ha planeado robar el crédito y para conseguirlo, piensa matarlo. En su habitación, el Iniciado empieza su oración: "¡Dios mío! Dame ojos para ver lo que otros no ven, oídos para oír lo que otros no escuchan. Que la Fuerza de Tu Luz sea una manifestación en mi entendimiento para descubrir la verdad de las cosas".

Observa en su meditación al comerciante que organiza a un grupo de hombres dispuestos a asesinar por una parte proporcional del botín. El Mago escucha: "Es fácil hacerlo. Mi mensajero le sacará mañana del mesón y le llevará a otra casa en donde lo desaparecemos y después le digo al Caballero Martell que se fue con todo y el oro. ¿Cómo podrá comprobarlo?"

Cambia la imagen y se observa en camino de regreso al Reino de Gales. Es una indicación clara de que debe salir del lugar protegido por la Fuerza de Dios. Merlín exclama: "¡Gracias Padre Bendito, por salvar mi vida! Y regreso satisfecho de que he cumplido con mi máximo esfuerzo aunque con la desilusión de no haber obtenido los recursos que espera el reino".

Una vez en el Castillo de Avalón, Merlín entrega su informe al Rey Arturo y Sir Ernest está molesto: "Francois tiene varios años al servicio del Conde Martell pero, seguramente, al saber que mi amigo se encuentra peleando, pensó que podría apropiarse indebidamente de una riqueza que no le pertenece".

Merlín comenta que el oro mencionado lo ha dispuesto el Padre Creador para el pueblo de Gales y nadie puede oponerse a su Voluntad. "El que lo intente deberá aceptar el castigo Divino". No termina de hablar cuando arriba un mensajero del Rey Arturo y dice: "Hubo una revuelta en Galia y varios comerciantes fueron muertos".

Añade que el Conde Martell se encuentra entristecido por los sucesos recientes y anuncia que en La Mancha está otro contacto que entregará el apoyo al Reino de Gales. Merlín expresa: "Mi amado Rey, dispuesto estoy para realizar el viaje en el momento en que lo ordenes". El Monarca agradece a su Consejero y le dice: "Es el momento de viajar, mi querido Merlín".

En el nuevo encuentro, Merlín no tiene problema alguno y después de unos días, regresa al Reino de Gales con su cargamento que hace feliz a todo el pueblo, ya que podrán contar con los recursos suficientes para reactivar la agricultura que les permita comer y Sir William anticipa: "Hasta podremos vender a los reinos vecinos lo que nos permitirá atender otras necesidades".

Merlín se concreta a exclamar con voz fuerte: "¡Bendito sea Dios! Y agradezcamos su infinita generosidad con gozo en el corazón" y todos le siguen en la oración: "¡Gracias te damos, Padre Bendito! Por este día en que me permites ir cruzando por un camino de Gracia y de Luz. Hoy soy bendito, ¡porque me reconozco como Hijo de Dios!"


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