Del Archivo

de Merlín

 


Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ

* La Nobleza no Tiene Jerarquías

* Las Semillas Divinas

La tarde es apacible. El Rey Arturo se relaja de las tensiones acumuladas en los meses recientes y da un paseo por el Monasterio de Merlín, en donde las flores silvestres se mueven al pasar el viento suave y confortante que refresca el follaje verde que se tiende como una alfombra que invita a reposar el cuerpo.

Al ver su sombra hacia el Oriente, sabe el Monarca que es la hora novena y empieza a reflexionar sobre la Enseñanza que ha recibido en los últimos 30 días. ¡Tan rápido pasa el tiempo! Parecería que apenas fue ayer cuando llegó en busca de su amigo, Merlín, para solicitar su apoyo y orientación para rescatar el reino de la ruina en que se sumergió por su ambición.

Piensa: "¡Ah! ¡Mi Querido Merlín! Siempre tan firme en los elevados Principios que nos legó nuestro amado Maestro Hebert. Cierto es que no basta con aprenderlos y memorizarlos. ¡Deben hacerse vida! Todos y cada uno de los momentos de nuestra vida serían tan fáciles, si sólo comprendiéramos la profundidad de la Enseñanza".

Puede decirse que la reconciliación con el Iniciado, fue un tanto difícil. Y no porque hubiese resentimiento alguno en el amigo y compañero de la infancia, sino por la firme convicción de respetar y hacer respetar los Principios adquiridos. Arturo sonríe al recordar el desafío interior que tuvo que enfrentar: "¡Quitarme la corona y verme como lo que realmente soy: Un Hombre!"

Reflexiona que suena simple, empero, la dificultad radica en encontrar la Fuerza de la Voluntad para conducir el Libre Albedrío hacia el reconocimiento de los vicios y debilidades que provocan los errores. "Cierto es que la soberbia es la madre de todos los vicios. Se arropa mimosa en la vanidad, alimento del egocentrismo, para convertirnos en máquinas al someter nuestra capacidad de razonamiento para descubrir el verdadero valor de las cosas".

¡Cuanta razón tenía Merlín al decirle que fue atrapado por la obscuridad vestida de ambición! ¿Para que necesitaba la fama de encontrar el Santo Grial? Y dejó que sus oídos recibieran las lisonjas de sus capacidades para encontrar la reliquia sagrada, cuando en realidad, lo que escondían era su aviesa intensión de alejarlo del reino y despojarle de lo que era suyo.

"El Santo Grial está en nuestro interior. Al ser Hijos de Dios, lo hemos recibido desde el Principio de los Tiempos. Por ello, es en nuestro interior en donde debemos de buscarlo para cultivarlo a favor de la humanidad en general y de nuestros allegados en particular. Descubrir que somos los responsables de nuestros actos, cierto es que causa miedo", piensa su Majestad.

Sus pensamientos son cortados de improviso al llegar hasta el Rey el amado Aprendiz de Merlín, el joven Urbin, quien muy respetuoso saluda: "Su Majestad, buenas tardes. Vengo avisarle que en un momento más nos reunimos para iniciar trabajos".

El Monarca le afirma: "¡Gracias, Urbin! En un momento parto al llamado. Se ve que has avanzado bastante y es para mí, de gozo en mi corazón, el ver en ti tanta paz. ¡No la pierdas, pequeño Urbin! Lucha siempre por conservarla".

Responde el aprendiz: "Usted también se ve bastante bien, después de las fuertes fiebres que sufrió, hoy solo es recuerdo y su recuperación fue muy rápida". El Rey le dice: "Sí, pequeño, el alma enferma al hombre y si la Fe se pierde, esta desfallece. Déjame decirte algo: El Amor y la dedicación me sostuvieron y por eso que se logró vencer el tormento. Pero aprendí bastante y por eso te digo: ¡Nunca renuncies a tus Principios! Sé firme en ellos y sobre todo, practícalos".

Le explica: "Las religiones son buenas cuando se practican en los Principios del Amor, pero sí estas están contaminadas, se pierden. ¡Nunca lo olvides!"

Caminan rumbo al Templo para incluirse en los trabajos de ese día y su Majestad inquiere: "¿Y todos los días hay trabajos, mi querido Urbin?" El Aprendiz con ojos vivaces le responde: "Si, pero diferentes son los servicios. Hoy nos toca Desarrollo Interno. El objetivo de este servicio es descubrirnos a nosotros mismos, hacernos responsables y reconocer que tenemos virtudes y aplicarnos a ellas".

Con énfasis en la voz, señala: "¡Siempre debemos de ser constructivos!"

Han llegado al Templo. Ya se encuentran reunidos todos los Hermanos. El Desarrollo Interno es individual, así que no importan ni las edades, ni los servicios a que está destinado cada grupo. Lograr sembrar la confianza, la seguridad, la Fe, no es sencillo porque la negación del ser virtuoso, es muy fuerte. ¡De ser Hijos de Dios y por lo mismo, de ser Divinos!

Merlín se encuentra ya dispuesto en su lugar y comienza su explicación: "Muchos de nuestros Hermanos aquí presentes, ya tienen comunicación con nuestros Hermanos Superiores, y eso me llena de gozo ya que se refleja la disposición de cambiar en la armonía con el Padre y aceptar la liberación del sufrimiento con la Reconciliación y el Perdón".

Aclara: "Pero el que tengan comunicación con Hermanos Superiores, no significa que ya hayan llegado al Plano de Luz. Es una manifestación positiva y debemos de trabajar arduamente con las virtudes".

Indica que las virtudes son Fuerzas Divinas que se pueden desarrollar aplicándolas diariamente. "Cultivarlas y hacer que crezcan nos lleva a más virtudes. La Fe es una virtud que da la manifestación de la realización y para ello se requiere de dos virtudes más: La Fuerza que es la seguridad que debemos de manifestar para con nosotros mismos y la Voluntad que es la confianza que debemos de sentir de que somos capaces de lograr nuestro objetivo".

Prosigue: "Si alguna de estas Fuerzas desfallece no podemos hacer responsable al Padre por nuestra flaqueza. Debemos de ubicarnos en qué estamos fallando. Nuestros Hermanos Mayores nos representan a las Virtudes como Niños de Luz y así debemos de verlos: ¡Como unos Niños de Luz que habitan dentro de nosotros, llenos de amor dispuestos a entregarse al trabajo!"

Merlín respira profundo y dice: "Así que hoy, para confirmarnos en estas tres Virtudes, todos cerremos los ojos y respirando profundo tres veces nos unificamos en cuerpo, alma y espíritu a la Unidad con el Padre: Mente, Corazón, Consciencia. Y dispuestos a entregarnos, reconciliemos con el Padre Creador de los Universos y con nosotros mismos".

Conduce la oración: "Ante Ti, Padre Eterno, estoy consciente que mi debilidad es causa de muchas frustraciones y limitaciones que me impiden la materialización de mis objetivos y es por ello, que me hago responsable y te pido perdón por no dejarte fluir dentro de mi y bloqueo la manifestación del Amor Divino".

Prosigue: "Te pido perdón, Padre mío, por las veces que mi Fe se desvaneció y perdí sin darme cuenta. Perdón por las veces que mi soberbia no me dejó fluir en la seguridad, negando que se manifestara tu Poder antes de dejarlo fluir. Te pido perdón porque me creí indigno de merecerlo. Me hago responsable y dejo fluir dentro de mi, el Amor Divino".

Con firmeza en la voz señala: "¡Se manifieste la Fe, la Fuerza y la Voluntad en todo mi ser!" E inmediatamente ordena: "espiren profundo y lentamente, ocho veces, y dejemos que se presenten ante nosotros, estos Niños de Luz para que se cobijen y crezcan con nosotros".

Explica: "El Niño de la Fe es ciego y sordo. ¡No ve ni escucha! Y avanza sin importar los obstáculos. Sólo sabe que es siempre hacia delante, sin retroceder por ningún motivo o se cae. El Niño de la Fuerza es un niño robusto al cual no lo detiene nada porque es tan fuerte que puede derribar todos los obstáculos y no hay nada que lo detenga. El Niño de la Voluntad es un niño muy alegre, incansable, muy activo y puede caminar, volar si es necesario y nunca mira hacia atrás".

El Iniciado señala: "Estos pequeños se parecen a ustedes, si se dan cuenta, y dejemos que entren a nuestro corazón y pidámosle ayuda en este instante, en aquello que no hemos podido alcanzar o realizar".

Merlín espera un momento prudente y les indica que empiecen a respirar e ir acelerando la respiración poco a poco hasta alcanzar un momento en lo más rápido que puedan respirar al tiempo que piensan que expulsan la apatía, expulsan el miedo, expulsan la inseguridad, expulsan la envidia, expulsan la falsedad, expulsan la soberbia y repitiéndolo mentalmente con firmeza.

Los adeptos se van sintiendo ligeros, libres y les dice: "Tienen que creerlo ¡porque son ustedes! Dejando fluir la Fe, la Fuerza y la Voluntad, respiran profundo, detienen el aire en los pulmones lo más que puedan y sueltan, exhalando fuertemente. Se relajan y dejan fluir a los Niños de Luz dentro de ustedes, reconociendo que son unos niños tan hermosos que merecen ser amados. ¡Merecen de cuidados! Y merecen crecer".

Menciona: "Ahora, estos niños se encuentran dentro de ustedes y deben de hacerse responsables de estos tres niños, en donde la Fuerza de la Luz divina es su Potestad más grande". Así, espera nuevamente un tiempo prudente para indicarles que respiren tres veces, repitiendo cada uno su nombre para integrar su Ser, ya que durante el proceso, algunos hermanos pueden desprenderse y sin ningún riesgo, lo hacen confiados en el Poder de Dios.

El Iniciado indica que levante las manos y se estiren al momento de girar su cabeza tres veces a un lado y tres veces al otro. Al bajar los brazos se sienten contentos, se sienten ligeros: "Es tan sencillo", dice Merlín, "con sólo desearlo se puede lograr".

Profundiza en su explicación: "Una Mente abierta es una Mente siempre dispuesta a experimentar para poder juzgar. Es una Mente que razona antes de negar lo que puede alcanzar si primero lo intenta".


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