Tomo I

Capítulo Tercero

Por Mario Luis Altuzar Suárez

Capítulo Primero

I.- El Mandala de Saturno

II.- Los Misterios de Isis

III.- La Simiente de la Vida

IV.- La Regeneración Electromagnética

V.- El Poderoso Enemigo Oculto

VI.- Hermes, el Oro del Interior Humano

VII.- Despertar del Espíritu

VIII.- Riesgos Elevados de la Zona Prohibida

IX.- La Liberación de Merlín de la Zona Prohibida

X.- La Cuarta Dimensión Vive de Incautos

Capítulo Segundo

I.- Los Centros de Poder Energéticos del Hombre

II.- La Iniciación Esenia de Hebert

III.- El Misterio del Principio de los Tiempos

IV.- El Fuego Eterno y su Poder de Vida

V.- ¿Quiénes son los Elegidos de Dios?

VI.- La Revelación del Poder del Origen

VII.- El Yo Interno y su Potencial Oculto

VIII.- El Poder de Vida de la Tierra

IX.- Los Elementales y su Poder de Vida

X.- Los Misterios de la Fuerza Espiritual

XI.- Jesús, el Primogénito

XII.- La Violación a la Potestad del Pensamiento

Capítulo Tercero

I.- El Desarrollo de la Consciencia Primaria

II.- Reconfigurar la Consciencia Primaria

III.- Despertar de los Centros de Poder

IV.- La Ambición de Poder Somete al Hombre

V.- El Karma, Enfermedad del Alma

VI.- La Sanación por Imposición de Manos

VII.- La Gran Hermandad Universal

VIII.- La Manifestación de la Fuerza Divina

IX.- Los Encuentros del Destino

X.- Hebert Recibe el Tesoro de los Iniciados

XI.- Los Sueños, Frontera Dimensional

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La Sanación por Imposición de Manos

 

Merlín está inquieto esta noche. En sus sueños se mira como un gran Mago, afamado por sus dotes curativas. Satisfecho, recibe a los enfermos y con el solo movimiento de sus manos, logra sanar sus males. Recibe el tributo de los pacientes y el reconocimiento trasciende las fronteras. Repiten su nombre con reverencia.

En sí, converge en su inconsciente el hecho de que su Maestro Hebert reconoció ante los adeptos que tiene el poder de la sanación y en su imaginación aún rigen los valores terrenales y temporales ajenos a los elevados Principios de las Escuelas Iniciáticas. Es más, ¡siente el derecho de heredar esa potestad del Iniciado indogermánico!

Despierta emocionado. ¡Claro que le gustaría tener ese poder! Actualmente usa las herramientas de la naturaleza para elaborar brebajes o ungüentos. Pero es claro que Hebert no tiene necesidad de estos elementos que, ante la nueva perspectiva, consideraba rústicos. Espera a su mentor y suplica:

"Maestro, dígame ¿cómo es que se puede sanar sin utilizar las infusiones? ¿Cómo es que puede curarlos sin que utilice las herramientas de las yerbas o de las limpias como usted nos enseñó a practicar?  ¿Por qué no me enseña a sanar como usted cura? ¡Solamente con las manos!"

Con profundo amor en su corazón hacia su discípulo, el Iniciado sonríe y le dice que sí accederá a su petición: "En su momento aprenderás todo". Merlín no alcanza a comprender las palabras de su conductor que le abraza con ternura y le lleva con sus demás compañeros que ya están listos para la sesión del día. Les dice:

"Mis Queridos Hermanos, al igual que Merlín, se han de preguntar como acontece la sanación con la sola imposición de manos". Todos están atentos, ya que en la ocasión anterior no tuvieron oportunidad de preguntar sobre el particular, ante la angustia familiar que embargaba a su cofrade Louis. Escuchan:

"Existen fuerzas desconocidas para nosotros en el interior de nuestra materia corporal. Se desprenden hasta que llegan a formar un campo alrededor del cuerpo. Aunque le desconocemos vemos que es un campo que se expande y se contrae por sí solo, como si también estuviese vivo y que los antiguos denominaron con el nombre de Aura".

Prosigue: "Existen diferentes colores en ella. El color es determinante para poder reconocer la fuerza que tiene cada persona. Podría decirse que son como hilos delgados que salen desprendidos del cuerpo y que confunden con la unidad de la materia en un movimiento continuo".

Cuando se alcanza el desarrollo en le Enseñanza Iniciática, se pueden apreciar a simple vista. En la actualidad, existen sofisticados aparatos electrónicos que han descubierto la existencia de esa atmósfera que acompaña a los seres vivos y ha degenerado en el abuso de charlatanes que buscan el beneficio individual mediato.

Los Grandes Iniciados establecieron que el Aura, esa fuerza denominada hoy energía, son pequeñas ondas de colores que se fusionan en ocasiones o llegan a confundirse unas con otras. Lo más importante es que describieron la conexión directa de cada vibración correspondiente a las partes del organismo.

Hebert les explica a sus adeptos que cuando una persona se encuentra enferma, esa fuerza en su entorno se observa disminuida o muestra signos de debilidad. Enuncia: "Lo único que yo hago, mis Hermanos, es proporcionarle de mi propia fuerza para que entre en esa persona y se restaure su Aura lo que logra que se pueda restablecer su  organismo".

Mira en los rostros juveniles el desconcierto y añade: "Al cerrar los ojos con el deseo profundo en mi corazón de que se logre su curación, invoco al Padre Creador de los Universos para que se manifieste todo su Poder de Curación en mi hermano, al momento que estoy transmitiendo esa fuerza".

Ante la incredulidad de los oyentes, Merlín busca afianzar su relación con el Maestro y expresa: "¡Es cierto! Ha sucedido y he tenido la oportunidad de verlo". Un corto silencio se rompe por la interrogante de Adam: "Maestro, ¿qué es lo que debemos tener en las manos para lograr que esa fuerza se transmita?"

En el ambiente flota la emoción y el hambre del conocimiento secreto. El nerviosismo de estar cerca de saber cuál es el instrumento que podrá proveerles del poder de la curación. ¿Un cuarzo mágico, o tal vez alguna yerba milagrosa? ¡Con algo debe apoyarse la generación y dirección de esa fuerza!

Más, la respuesta es tajante: "Nada se debe tener en las manos". Los adeptos se miran unos a otros totalmente desconcertados. Hebert ríe mirando a sus discípulos que abren mucho los ojos y señala: "Es un proceso difícil de explicar pero voy a intentarlo en este momento; cuando cierro mis ojos y solicito al Padre Creador que se manifieste su Inmenso Poder, siento como entra por mi corona un calor que corre por mis brazos y sale por mis manos".

Con el movimiento de sus manos sin tocar el cuerpo de Merlín, el Iniciado indica: "Coloco mis manos sobre la persona, a manera de rozar su aura y empiezo a sentir como propios los síntomas que la persona sufre. Así identifico en donde están sus dolencias sin que me lo indiquen y allí, implanto las manos para inyectar la fuerza de curación del Padre Creador de los Universos".

"En ese momento, Maestro, ¿puedes ver algo?" Es la pregunta de Irvin quien escucha: "En ocasiones puedo ver el interior del cuerpo. ¡Hay unos colores vivos y muy hermosos! A veces están obscuros, se miran opacos pero al ir recibiendo la Luz de la Fuerza Divina de sanación, recuperan sus tonalidades que generan alegría".

Merlín inquiere sobre la posibilidad de error y oye: "La boca miente y en ocasiones, también las sensaciones. Por ello es que coloco mis manos en donde yo mismo siento el dolor y que en ocasiones, el enfermo dice que es en otro lado. Al ver los colores opacos, sé entonces que el paciente informa del reflejo de la parte dañada".

"¡Fantástico!" Dice el Consejero Real y añade: "Cierro los ojos y pido la fuerza de curación. No es tan complicado". Hebert ataja la euforia: "¡No, mi Hermano! No es tan sencillo. Esto únicamente se puede alcanzarse a través del proceso del Desarrollo Espiritual y en la comunión cotidiana con el Padre Creador en el Amor y el Perdón".

El Iniciado explica que no se trata de una fuerza mental que se manifiesta por el anhelo o deseo espontáneo, como sería el mover o doblar algunos objetos a cierta distancia. "En cambio, esta fuerza de sanación proviene del Espíritu". El juvenil auditorio se entusiasma con una exclamación: "¡Oh!" Y se mueven en sus asientos para oír:

"Sí, mis Hermanos, es posible curar a otras personas si existe la entrega de uno mismo al Espíritu, a nuestro Espíritu Divino, Espíritu de Luz que nos permite tener conexión con esa Fuerza extraña pero al mismo tiempo, Divina y Amorosa que nos envuelve y permite, entonces, que se vuelva una Fuerza Liberadora y sanadora para los demás".

Hay inquietud en Merlín. Parece que necesitará mucho tiempo para conseguir cumplir su ambición de convertirse en ese Mago afamado que soñó. Pregunta: "¿Cómo podemos nosotros adquirir esa fuerza? ¡Nosotros tenemos que llegar a ser iguale a usted!"

Hebert se ríe ante el atrevimiento de su aprendiz. ¡Cuanta osadía muestra en esas palabras! Pero sabía también que era de buen corazón. El indogermánico jamás prejuzga a nadie y siempre comprende a sus jóvenes adeptos que por la edad, muestran inclinación a la premura. Replica:

"Cierto es que nos hemos estado dedicando a crear una conciencia. ¿No se le olvida a mi hermano?" Merlín dice que no y atiende: "Esa Enseñanza, ¿a dónde nos llevará?" El aprendiz recita con seguridad: "A la comunicación con la voz interna del alma, con nuestro Espíritu y con el Creador de los Universos".

"¿Para qué?" Interroga el examinador y el discípulo responde: "Para alcanzar un mejor estado de vida, un estado de equilibrio interno como al mismo tiempo, nos proporcionará una mejor conexión con los Universos". El Maestro aprueba: "¡Muy bien! Veo que está aprendiendo, pero dígame; ¿eso como se logra?"

Siente orgullo el interrogado y responde: "En la responsabilidad de mis actos. Hacer conciencia de lo que soy responsable y no buscar en otros la culpa y responsabilidad. Tener la fuerza y la voluntad de perdonar a todos, ¡perdonar de corazón! Y manifestarme en un estado de amor. Siempre de amor hacia los demás, buscando siempre no encontrar enemigos, sino eliminarlos por completo de mi corazón al comprenderlos y perdonarles".

El adepto ha mostrado que aprendió el conocimiento recibido. ¿Cuantos no lo han abrevado de los libros y tratados? Y ahora con las comunicaciones cibernéticas, el caudal informativo es tan amplio para convertir en cada uno en Sapientísimo de la Doctrina Secreta. ¿Qué falta entonces? Irvin ofrece la respuesta al decirle a Hebert:

"Lo que acaba de señalar mi Hermano, ¡es real! Maestro, yo he sentido una fuerza muy especial cada vez que perdono. He buscado también el perdón para mi Ser. Le pido perdón al Padre Creador, a mis padres y demás familiares y amigos, a la naturaleza, por mis actos y omisiones como al mismo tiempo otorgo el perdón".

El rostro del adepto se ilumina con una luz amarilla al decir: "Maestro, ¡he encontrado una paz interna muy profunda! Una tranquilidad absoluta que me hace sentir libre. Siento como si quisiera volar, como si nada hubiese que me atara a la tierra. Se han manifestado sensaciones raras: como si me inundara un gozo extremo, una alegría tan grande en mi corazón que me genera el deseo de abrazar a todos".

Hebert atrae a sus brazos al orador. Comprende que es bastante el avance del aprendiz y comenta: "Así, mi Hermano, es como comienza a conectarse con su Espíritu". Merlín inquiere: "¿Cómo haces eso, Irvin?" Y escucha: "Perdono hermano, y pido perdón".

La fuerza del perdón se manifiesta cuando se hace con el corazón, la residencia temporal del alma. En la Doctrina Secreta, el adepto respira tres veces para entrar en meditación con los ojos cerrados, invocando la fuerza de Dios Padre. Empieza por el reconocimiento consciente de ser Hijo del Creador de los Universos.

Se le pide perdón, por la debilidad del alma que se dejó atrapar por la vanidad y la amnesia del Poder del Origen, para satisfacer los aparentes placeres de la temporalidad de la carne, y que en realidad, nos conduce a violentar el equilibrio de los cuatro elementos que la componen, por medio de los excesos o descuidos.

Creemos, por ejemplo, que el hombre se confirma en el mayor número de relaciones con el sexo opuesto, sin percatarse que derrocha su energía y pierde la semilla de la vida en el intercambio amoroso que, por más decente que parezca, incurre en la prostitución sin descontar que siembra en la pareja efímera el resentimiento y el rencor.

Un acto que pasa desapercibido por lo cotidiano del medio ambiente social y familiar, que induce a pensar que ese comportamiento es el adecuado. Por ello, debe pedirse perdón al Creador, por la inconsciencia propia, pedirle perdón al cuerpo por el uso indebido y al entorno social por las insatisfacciones que hayamos creado.

Alcanzar el perdón implica la conciencia del cambio interno y en el comportamiento externo, bajo el compromiso de no caer en los mismos errores. Es la diferencia radical con el arrepentimiento que tradicionalmente se utiliza para justificar yerros y debilidades que se tiende a repetir al exonerar superficialmente la conciencia.

Después, los adeptos empiezan a respirar profundamente y en forma rápida, bajo la forma de pensamiento de que aspiran y exhalan por la corona, para elevar la energía de la chacra de la raíz por la espina dorsal hasta el exterior de la atmósfera terrestre, en donde se encuentra el Espíritu.

Posteriormente, se baja esa energía para que ingrese al cuerpo y se entrelace con la energía interna que, al fusionarse, llena de Luz de Vida, Luz de Amor a todo el organismo y facilita recordar las experiencias que se han tenido desde el Principio de los Tiempos, para comprender la razón del Ser en este plano.

Un nivel conocido como la Cristificación, en donde la energía interna y externa, generan la tranquilidad y armonía en la conjunción del cuerpo con el alma y el espíritu. Es, entonces, cuando puede invocarse la manifestación de Dios Padre en la sanación de los hermanos. Son elementos inconfundibles para evitar caer en oportunistas y aprovechados de la ignorancia o buena fe de las personas.

Podría preguntarse, como lo hace Merlín: "Pero, Maestro, ¿cómo vamos a saber a quien se debe pedir perdón?" A lo que Hebert responde: "Cuando el corazón en verdad busca la reconciliación, no necesita buscar lo que ya sabe y está consciente del mal que ha causado".

Ese día, Merlín ya no pregunta más. Ha tenido todas las respuestas para cumplir su deseo de alcanzar el Poder de la sanación, que no responde al capricho o a la fuerza mental y exige la entrega total del Iniciado a la Obra Divina, aquí, en la tierra.

 

 

V.- El Karma, Enfermedad del Alma          VII.-La Gran Hermandad Universal

 

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