Tomo I

Capítulo Segundo

Por Mario Luis Altuzar Suárez

Capítulo Primero

I.- El Mandala de Saturno

II.- Los Misterios de Isis

III.- La Simiente de la Vida

IV.- La Regeneración Electromagnética

V.- El Poderoso Enemigo Oculto

VI.- Hermes, el Oro del Interior Humano

VII.- Despertar del Espíritu

VIII.- Riesgos Elevados de la Zona Prohibida

IX.- La Liberación de Merlín de la Zona Prohibida

X.- La Cuarta Dimensión Vive de Incautos

Capítulo Segundo

I.- Los Centros de Poder Energéticos del Hombre

II.- La Iniciación Esenia de Hebert

III.- El Misterio del Principio de los Tiempos

IV.- El Fuego Eterno y su Poder de Vida

V.- ¿Quiénes son los Elegidos de Dios?

VI.- La Revelación del Poder del Origen

VII.- El Yo Interno y su Potencial Oculto

VIII.- El Poder de Vida de la Tierra

IX.- Los Elementales y su Poder de Vida

X.- Los Misterios de la Fuerza Espiritual

XI.- Jesús, el Primogénito

XII.- La Violación a la Potestad del Pensamiento

Capítulo Tercero

I.- El Desarrollo de la Consciencia Primaria

II.- Reconfigurar la Consciencia Primaria

III.- Despertar de los Centros de Poder

IV.- La Ambición de Poder Somete al Hombre

V.- El Karma, Enfermedad del Alma

VI.- La Sanación por Imposición de Manos

VII.- La Gran Hermandad Universal

VIII.- La Manifestación de la Fuerza Divina

IX.- Los Encuentros del Destino

X.- Hebert Recibe el Tesoro de los Iniciados

XI.- Los Sueños, Frontera Dimensional

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Jesús, el Primogénito, y el Despertar Eterno

 

 “En aquel tiempo, la esclavitud pedía su libertad”, comenta el Maestro Hebert a sus adeptos, quienes muestran profundo interés por saber  la trayectoria de Jesús, el Primogénito que causó el temor en el Imperio por cumplir el Mandato Divino de rescatar en el interior de los hombres, la Palabra Sagrada del Origen y Despertar el Espíritu con la enseñanza de los Grandes Iniciados.

Reunidos en las faldas de los Montañas de Gales, los aprendices pertenecen a un mosaico religioso generado por las migraciones indogermánicas: Hay católicos, hindúes, judíos y musulmanes con la aspiración, en ese momento de principios del Siglo VI, de alcanzar la Iniciación en la Doctrina Secreta que adquirió el Maestro Hebert en el Templo de Luz de los Esenios en el corazón del Tíbet.

Los jóvenes se atropellan en sus preguntas: ¿Es cierta la existencia de Jesús? ¿Vivió realmente entre los Esenios? ¿De verdad llegó a ser tan grande? ¿Por qué se dice que fue el Primogénito de Dios? ¿Logró realmente resucitar? ¿Era un Profeta o era un Iniciado?

En medio del confortable clima de primavera y la inquietud de sus adeptos, Hebert de inmediato confirmó la presencia del Maestro Jesús entre los Esenios.

Desde muy pequeño abrió las puertas del Templo de Luz y recibió la Enseñanza de los Augustos Misterios que, ahora, se les entrega a esos jóvenes con sed del conocimiento externo y que deben ser conducidos con suavidad y firmeza, hacia el interior de cada uno, en donde reposa la Herencia Divina desde el Principio de los Tiempos.

A temprana edad, el hijo de María y José, llegó a ser un Iniciado, les dice.

Merlín interroga: “¿Entonces, Maestro, eres tú, un Iniciado o no lo eres?” Con modestia, Hebert explica que alcanzó el grado de iniciación por el conocimiento y su aplicación, empero, “solamente llega a ser un Iniciado, aquél que en realidad lo hace vida, que lo practica, cuando en realidad se manifiesta todo el amor intenso, todo el Amor Divino”.

“¿Y a ti, qué te ha acontecido? ¿Acaso será que Hebert no entrega ese amor divino?” Pregunta Irvin con cierta inquietud. Escucha las palabras reposadas de su mentor: “Aun existen en mi interior, ciertas insatisfacciones. Cuándo volteo ha ver el entorno y descubro tanta miseria y tanto dolor, lo reconozco; ¡me he dejado llevar por la pasión!”

Añade: “Para ser un Iniciado, es insuficiente conocer los Principios teóricos de todos los grados. Es equivocado pensar que por medio de la memorización del conocimiento escrito y oral, puede alcanzarse ese nivel. Es necesario, para conseguirlo, que la Enseñanza adquirida se vuelva una práctica cotidiana. ¡Que tengan vida dentro de uno mismo! En cada una de las partes más pequeñas del cuerpo.”

“Cada concepto de la Doctrina Secreta debe manifestarse en lo más profundo del ser, y proyectar así, el equilibrio interno en el amor perfecto, y ese, hermanos míos, es el Amor Divino. Jesús logró alcanzar ese grado en el dominio y gobierno de todos sus centros de poder corporales. Al igual que otros Maestros que fueron por el mundo para descubrir la grandeza del ser humano”, explica el indogermánico.

“Si hay más Iniciados, ¿por qué es el único que sobresale?” Es la pregunta inmediata de Merlín. En ese tiempo, expone Hebert, Roma era un Imperio celoso de su poder y gloria militar, en donde la esclavitud de los hombres pedía su libertad, cuando regresó Jesús a su lugar de origen para anunciar la Palabra Sagrada en el interior de los Hijos de Dios. A diferencia de otros Iniciados, por el momento que se vivía, su actividad movió el miedo político y buscaron diferentes formas para destruirlo.

Les indica que los Profetas también pertenecen al importante grupo de los Iniciados, aunque en diferentes niveles. “Más, Jesús, no vino a dejar profecías. Su misión consistía en abrir la Enseñanza a todos los hombres. Preguntarán el por qué fue elegido y la respuesta es que con él no se corría el riesgo de que pudiese ser envuelto o tocado por las vanidades superficiales del espacio y el tiempo.”

Cuando se dominan todos los grados de la Enseñanza Iniciática y se hacen vida, se logra estar más allá de todo bien y de todo mal, en donde únicamente se tiene el contacto con la Quinta Esencia, con la Fuerza Divina. Ya no es fácil caer ante las tentaciones mundanas. Muchos Profetas alcanzaron esos niveles con la diferencia de no enfrentar situaciones políticas adversas y cumplieron con su servicio de prevenir o anunciar acontecimientos de desastre.

Irvin se entusiasma: “¿Es un clarividente?” Hebert sonríe amoroso y confirma: “¡Son clarividentes! Pero no sólo en eso se manifiestan. Se caracterizan, además, por profesar y proclamar a los cuatro puntos cardinales, el amor al Padre Creador. Es parte de un servicio que adquieren por libre y espontanea voluntad. Van pregonando el Despertar del Espíritu y es como parte de la entrega absoluta a los principios rectores del Universo”.

Hay diferencias profundas: Un clarividente puede ser, sencillamente, aquella persona con capacidad para anticipar acontecimientos pero no necesariamente tiene que estar al servicio de la Obra Divina. Unicamente tiene abierto el canal de la clarividencia, más eso no significa que sea un Profeta. En cambio, un Profeta es aquel que pregona el amor y la hermandad, puede curar, predecir y guiar por el sendero de la Luz.

Merlín inquiere: “¿Sería lo mismo Jesús?” Hebert concede esa posibilidad con la salvedad de que los Profetas ya habían anunciado de su llegada para entregar la Palabra, “y se cumplían, entonces, las profecías”. El mahometano Irvin sugiere que “era Hijo de Dios” y escucha: “Todos somos Hijos de Dios. A él se le llama el Primogénito porque hace vida todos los Principios de la Iniciación”.

“¿Todos, Maestro?” Preguntan en coro los aprendices. La respuesta es contundente: “¡Todos! Mis hermanos, él hizo vida todos y cada uno de los Principios de la Enseñanza. Alcanzó un lugar en donde ya no existe límite alguno y el dormir de la materia significa únicamente el Despertar Eterno”.

“¡A mí me gustaría llegar a ese nivel! Ser como él fue”, comenta Adam y Merlín le reprocha: “¿Cómo puedes aspirar a tanto? ¡Es soberbia eso que piensas!”. Hebert ataja: “¡No! Sí en Adam está el aplicarse en la entrega absoluta de la misma manera en que lo hizo Jesús, tomándolo como un ejemplo, no puede considerarse soberbia si no al contrario, sería el compromiso de cumplir el Mandato Divino”.

En cambio, si únicamente ambiciona adquirir los poderes del Maestro, sin dar nada de sí mismo, caería en un gran egoísmo que limitaría su acción en la superficialidad de la vanidad y satisfacción personal. Por ello es importante descubrir que el encuentro con el Padre, es una labor disciplinada para reconocer el interior del cuerpo, sus centros de energía y sus conexiones con el campo etéreo para comunicarse con el Espíritu, el sendero exclusivo para llegar al Eterno.

Buscar en la profundidad de uno mismo, es el verdadero camino de la Luz. Y no en el exterior dominado por la veleidad del poder humano. “Más, debe tenerse cuidado. Ir en forma solitaria por los misterios de la Enseñanza, puede generar confusión y la desviación de los objetivos anhelados. La elección del Maestro o la Escuela para buscar la Iniciación, debe hacerse con cuidado para evitar el engaño”.

Irvin retoma la inquietud sobre el cumplimiento final de las profecías. Y con profunda atención escucha a su Maestro: “Hay muchas por cumplirse. Muchas sobre el final de los tiempos”. La pregunta rápida: “¿Cómo sabremos cuando serán los tiempos finales?” Hebert guarda silencio unos instantes. Aspira profundamente y dice: “Se presentarán señales que pasarán desapercibidas o serán ignoradas por los hombres”.

El hombre habrá alcanzado un nivel de poder muy amplio, más allá de la luna. El cielo se volverá cada día más delgado. La protección natural que tiene la tierra se volverá muy frágil. Habrá escasez de agua y alimento. Vendrán tiempos muy difíciles, en donde la humanidad perderá los estribos y se volverán como autómatas y estarán viviendo como enemigos, ya que las bajas pasiones y los vicios serán quienes gobiernen, anuncia con pesar el Iniciado.

Anticipa que aquellos que estén preparándose en el Crecimiento del Espíritu, enfrentarán muchos obstáculos, ocasionados por los mismos avances del hombre con el desarrollo de instrumentos que, sin darse cuenta, contaminarán los campos dimensionales en donde quedarán atrapadas las mentes de los adeptos. ¡Y desde allí, serán gobernados!

Merlín apunta la inquietud sobre el futuro del ser humano: “El hombre quedará atrapado en él mismo, a causa de sus propios avances. Recibirán en la meditación, falsos mensajes atribuidos a Dios y creyendo que llegaron a los máximos niveles de la Enseñanza, atentarán contra el Principio Sagrado de salvaguardar la vida propia o cuidar el cuerpo temporal, que como un templo amoroso, asila al alma”.

“El hombre, hermanos, se perderá en su inteligencia y ensoberbecido, se volverá tan ambicioso que buscará gobernar como si fuese un dios, desde lo alto. Decidir a su capricho sobre la vida y la muerte. Dejará que vivan los más fuertes y sacrificará a los que considere débiles o inservibles. A través de ese gobierno, enviará mensajes de los cielos, de tal manera que habrá quienes crean que hablan con los dioses o con los ángeles para creerse los nuevos profetas. ¡Esos que gobernarán los cielos, se harán pasar como Dioses!”.

“¿Cómo evitarlo?” Es la pregunta crucial y cunde el desaliento al oír a Hebert: “No se puede prevenir. Solamente debe uno prepararse para tener un encuentro con el Amor del Origen. Recordar y seguir la Enseñanza de los Grandes Iniciados que, como Jesús, manifestaron y revelaron  la generosa bondad del Creador con sus Hijos".

Profecías que en el presente obligan a reflexionar.

 

 

X.- Los Misterios de la Fuerza Espiritual     XII.-La Violación a la Potestad del Pensamiento

 

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